Página 73 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Obreros para Dios
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Usted debería tener cuidado de no predicar la verdad por riva-
lidad o contienda, porque si lo hace con toda seguridad tornará la
batalla contra usted mismo y promoverá la causa del enemigo an-
tes que la verdad de Dios. Cada vez que se envuelve en un debate,
debería hacerlo por un sentido del deber. Si usted hace de Dios su
fuerza y se somete a él, y permite que la verdad se lleve la victoria,
las estratagemas de Satanás y sus dardos ardientes caerán sobre él,
y usted será fortalecido, librado del error y de todo camino falso.
Usted necesita ser cauteloso y no avanzar precipitadamente valién-
dose de su propia fuerza. La obra es importante y sagrada, y usted
necesita mucha sabiduría. Debiera pedir el consejo de sus hermanos
que han tenido experiencia en la obra. Pero, sobre toda otra cosa,
debiera obtener un conocimiento cabal de sus propias debilidades y
peligros, y fortalecer los puntos débiles de su carácter, para que su
fe no naufrague.
Estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días, y
si tenemos un espíritu de autosuficiencia e independencia estaremos
expuestos a los ardides de Satanás y seremos vencidos. Usted debe
desechar la importancia propia y ocultarse en Dios, dependiendo
sólo de él para su fuerza. Las iglesias no necesitan sus esfuerzos. Si
usted está consagrado a Dios, puede trabajar en campos nuevos y
Dios trabajará con usted. Dios aceptará la pureza del corazón y la
vida. Él no estimará cualquier cosa que no sea esto. Debemos sufrir
con Cristo si hemos de reinar con él.
El hermano M podría haber logrado mucho si años atrás lo
hubiera dado todo para Cristo. Él no ha sido santificado mediante la
verdad; su corazón no ha sido recto con Dios. Ha ocultado su talento
en la tierra. ¿Qué dirá el que usó mal sus talentos cuando el Maestro
le pida que dé cuenta de su mayordomía? El hermano M no ha
honrado la causa de Dios. Es peligroso contender con la providencia
de Dios y estar insatisfecho con casi todo, como si hubiera habido un
arreglo especial de las circunstancias para tentar y destruir. La tarea
de podar y purificar con el fin de prepararnos para el cielo es una obra
grande y nos costará mucho sufrimiento y pruebas, porque nuestras
voluntades no están sujetas a la voluntad de Cristo. Debemos pasar
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por el horno hasta que el fuego haya consumido la escoria y estemos
purificados y reflejemos la imagen divina. Aquellos que siguen sus
inclinaciones y están gobernados por las apariencias no son buenos