Página 87 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La fidelidad en los deberes domésticos
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desempeñar los sencillos deberes de la vida que deben ser realizados,
puede y debe manifestar fidelidad, obediencia y amor tan sinceros
como los que manifiestan los ángeles en su esfera. La conformidad
con la voluntad de Dios hace que sea honorable cualquier trabajo
que deba ser hecho.
Lo que usted necesita es amor y afecto. Su carácter necesita
ser moldeado. Debe poner a un lado sus preocupaciones, y en su
lugar albergar amabilidad y amor. Niéguese a sí misma. No fuimos
creados ángeles, sino un poco inferiores a ellos; sin embargo, nuestra
obra es importante. No estamos en el cielo, sino en la tierra. Cuando
estemos en el cielo, entonces estaremos preparados para hacer la
obra sublime y elevadora del cielo. Aquí en este mundo es donde
debemos ser probados. Debemos estar armados para el conflicto y
para el deber.
El deber más sublime que incumbe a las jóvenes es el que han
de cumplir en sus propios hogares, al beneficiar a sus padres, her-
manos y hermanas con afecto y verdadero interés. Allí es donde se
puede manifestar abnegación y olvido propio, al cuidar a los demás
y actuar en su favor. Este trabajo nunca degradará a una mujer. Es el
cargo más sagrado y elevado que ella puede ocupar. ¡Qué influencia
puede ejercer una hermana sobre sus hermanos! Si ella vive correc-
tamente, puede determinar cuál será el carácter de sus hermanos.
Sus oraciones, su amabilidad y afecto pueden valer mucho en una
familia. Hermana mía, estas nobles cualidades no pueden comuni-
carse a otras mentes, a menos que existan primero en la propia. El
contentamiento de espíritu, el afecto, la amabilidad y la alegría del
genio que manifieste a todo corazón le devolverán lo que usted dé
a los demás. Si Cristo no reina en el corazón, habrá descontento y
deformidad moral. El egoísmo requerirá de los demás lo que no es-
tamos dispuestos a darles. Si Cristo no está en el corazón, el carácter
será desapacible.
No son solamente las obras y las batallas grandes las que prueban
el alma y exigen valor. La vida diaria causa perplejidades, pruebas y
desalientos. Es el trabajo humilde el que con frecuencia exige pa-
ciencia y fortaleza. Se necesitará confianza propia y resolución para
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afrontar y vencer todas las dificultades. Asegúrese de que el Señor
esté con usted, para que sea en todo lugar su consuelo. Necesita
mucho un espíritu manso y tranquilo, sin él no puede tener felicidad.