Página 98 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
puede probarnos quitándonos esos bienes. Si así ocurre, oramos para
ser sumisos y soportar humildemente la prueba.
Mientras él nos confíe talentos de dinero e influencia, trataremos
de invertirlos en su causa, para que si el fuego los consume y la
adversidad los reduce, podamos tener la satisfacción de saber que
algunos de nuestros tesoros están donde el fuego no puede consumir
ni la adversidad arrebatar. La causa de Dios es un banco seguro que
nunca puede fallar, y la inversión de nuestro tiempo, nuestro interés
y nuestros recursos en ella es un tesoro en los cielos que no falla.
Se me mostró que mi esposo ha tenido que triplicar el esfuerzo
que tendría que haber hecho. Le ha sido difícil soportar que los
hermanos R y S no le ayudaran a llevar sus responsabilidades, y ha
lamentado que no le auxiliaran en los asuntos comerciales relacio-
nados con el Instituto y la Asociación Publicadora. Ha habido un
progreso continuo en la obra de publicaciones desde que los infieles
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fueron separados de ella. Y a medida que el trabajo aumentaba,
debería haber habido hombres que compartieran las responsabilida-
des; pero algunos que podrían haber hecho esto no sintieron deseos
de hacerlo, porque ello no aumentaría sus posesiones tanto como
algunos negocios más lucrativos.
En nuestra oficina no hay ese talento que debería haber. La obra
demanda que las personas más escogidas y selectas se ocupen de
ella. Con el actual estado de cosas en la oficina mi esposo todavía
sentirá la presión que ha sentido, pero que no debiera llevar por más
tiempo. Es sólo por un milagro de la misericordia de Dios que él ha
resistido tanto tiempo bajo la carga. Pero ahora hay muchas cosas
que debieran considerarse. Por su diligencia perseverante y devoción
al trabajo él ha mostrado lo que se puede hacer en el departamento
de publicaciones. Hombres con un espíritu desinteresado combinado
con un juicio santificado pueden convertir en un éxito las tareas de
la oficina. Mi esposo ha llevado la carga solo por tanto tiempo que
esto ha tenido un efecto terrible sobre su fortaleza física, y existe
la necesidad positiva de un cambio. Hay que liberarlo al máximo
de preocupaciones, para que pueda seguir trabajando en la causa de
Dios, predicando y escribiendo.
Cuando regresamos de Kansas en el otoño de 1870, ambos ten-
dríamos que haber tenido un período de descanso. Se necesitaban
semanas de vernos libres de preocupaciones para reponer nuestras