Página 110 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La influencia del entorno social
El 10 de diciembre de 1872 se me mostró el estado de la familia
del hermano K. Fue un cristiano sincero y amante de la verdad,
pero bebió del espíritu del mundo. Cristo dijo: “Donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
Mateo 6:21
. Hermano
K, su tesoro terrenal reclama su interés y atención hasta tal punto
que no encuentra tiempo para servir a Dios; aunque su esposa es-
té disgustada porque usted dedica tan mísera atención a Dios. Su
corazón es presa de una insana mundanalidad. Ninguno de ustedes
dedica tiempo suficiente a la meditación y a la oración. Le roban su
servicio diario a Dios y ustedes mismos se enfrentan a una pérdida
aún mayor que un tesoro terrenal.
Hermana K, está aún más alejada de Dios que su esposo. Su
conformidad con el mundo ha expulsado al Salvador de su corazón.
Ya no tiene un lugar entre sus afectos y usted está poco inclinada a
orar y a buscar en su corazón. Se rinde a la obediencia del príncipe
de las potencias de las tinieblas. “Si os sometéis a alguien como
esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis,
sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia”.
Romanos 6:16
.
Hermana K, no sabe qué está haciendo. No se da cuenta de que
al apartar a su esposo de la verdad se enemista con su Creador. Su
atención está puesta en las ventajas que da el mundo. No ha cultivado
el amor por la devoción, sino que se complace con la agitación y las
prisas del trabajo para adquirir nuevas riquezas. Está absorta en su
deseo de ser como el mundo para poder recibir la felicidad que da el
mundo. Sus ambiciones e intereses terrenales son mayores que su
deseo de justicia y de tener parte en el reino de Dios.
Malgasta su precioso tiempo de prueba en el trabajo por su
bienestar terrenal, en vestirse, en comer y en beber según las maneras
del mundo. ¡Cuán insatisfactoria, cuán mísera es la recompensa
obtenida! En sus ansias y cuitas mundanas carga con un yugo mayor
que aquel que su Salvador jamás le ha propuesto llevar. Su Redentor
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