Página 120 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
y había empleado fielmente su tiempo en almacenar conocimientos
útiles en su mente! Se esforzó en progresar en sus estudios con la
misma sinceridad que mostró para obtener las alabanzas de sus ami-
gos y sus profesores. Se ganó con justicia los honores que recibió en
la universidad. ¿Pero cómo disciplinó la mente en la religión? Sin
pensarlo, ¿no ha puesto el reino de Dios y su justicia por debajo de
su progreso en la ciencia? Cierto, algunas facultades humanas fueron
dadas con el propósito de ocuparlas principalmente en asuntos tem-
porales, pero las capacidades superiores de la mente deberían estar
consagradas completamente a Dios. Controlan al hombre y forman
su vida y su carácter. Además de que usted no debería descuidar sus
estudios seculares, tampoco tiene el derecho de otorgarles toda su
atención, sino que debe dedicarse especialmente a las exigencias
morales y espirituales de nuestro Padre celestial.
¡Cuán poco se preocupó por aumentar las ventajas religiosas
que estaban a su alcance para obtener un conocimiento más pro-
fundo de las leyes de Dios! ¡Cuán poca determinación mostró por
permanecer en ellas! Apenas se esforzó por ser un cristiano leal e
inteligente. ¿Cómo puede usted estar preparado para superar la gran
prueba, en la que todos los hechos y todas las palabras, así como
los pensamientos más íntimos del corazón, serán abiertos ante el
gran Juez y la congregación de los santos ángeles? Ambicionó poco
obtener la preparación espiritual adecuada para resistir el examen
minucioso de tan alta asamblea. ¿Cuál cree que será la decisión final
según sus logros morales y religiosos? Esa decisión es inapelable.
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¿Qué honores se le reconocerán por su fidelidad en conservar la
necesaria armonía entre la religión y las ciencias? ¿Se alzará como
quien posee un coraje moral inquebrantable, que muestra excelencia
en el conocimiento humano unido a un santo celo por Dios y la
obediencia a su ley?
Hermano, considere la sabiduría de Dios como el todo de to-
do. La religión tiene que ir de la mano de la ciencia para que su
educación sea un medio santificado para hacer el bien y convertir a
otros a la verdad. Cuanto más aprendemos en la escuela de Cristo,
tanto más ansiosos estamos de avanzar en ese conocimiento. Toda
nuestra ciencia, todo nuestro saber, son de escaso valor a menos
que la religión ennoblezca el carácter. Dios nos ha asignado deberes
especiales a cada uno para que cumplamos con ellos y la decisión