Página 123 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Conflicto de intereses
Apreciados hermanos M: En la visión que se me dio el pasado
enero, se me mostraron algunas cosas en referencia a ustedes dos. Se
me mostró que no crecen en espiritualidad según es su deber y privi-
legio crecer. La grandeza de la obra y la amplitud de las providencias
de Dios deberían conmover sus corazones. Cristo determinó que sus
fieles hijos tendrían que ser la luz del mundo y la sal de la tierra. La
vida santa, el ejemplo cristiano, de un buen hombre esparce una luz
en la comunidad que se refleja en otros. Cuán grande sería entonces
la influencia de una compañía de creyentes marchando todos en los
mandamientos del Señor.
Dios ordenó la predicación de la palabra para levantar y con-
vencer a los pecadores. Y cuando el predicador viviente ejemplifica
con su propia vida la negación de sí mismo y los sacrificios de
Cristo, cuando sus conversaciones y actos están en armonía con el
Modelo divino, su influencia sobre los que escuchan su voz será
poderosa. Pero todos no pueden ser maestros del mundo desde el
púlpito. Las personas tienen distintos deberes, y todas tienen trabajo
por hacer. Todos pueden ayudar a la causa haciendo aportes con
generosidad para que las distintas ramas de la obra puedan avanzar,
proporcionando recursos para la publicación de folletos y periódicos
que puedan ser esparcidos entre las personas para diseminar la ver-
dad. Aquellos que dan dinero para promover la causa soportan una
parte de la carga del trabajo. Son colaboradores con Cristo, porque
Dios ha proporcionado hombres con posibilidades económicas para
que las usen con propósitos sabios y santos. Son los instrumentos
que el cielo ha ordenado para hacer el bien y los hombres deben
poner esos talentos al abrigo de los cambistas.
Queridos hermanos, tengan siempre presente en sus mentes que
son los mayordomos de Dios y que él los ha hecho responsables
de los talentos temporales que les ha prestado para que los usen
sabiamente para su honra y gloria. Busquen cuidadosamente en
sus corazones e investiguen los motivos que les empujan a actuar.
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