Misioneros en el hogar
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caritativos y en las buenas obras que hacen que la obra de Jesús
progrese; y así se forjará un tesoro en el cielo.
En la sabiduría de Dios, muchas de sus aflicciones la han visitado
para acercarla más al trono de gracia. Él modera y subyuga a sus
hijos con penas y pruebas. Este mundo es el taller de Dios; en
él nos moldea para los atrios celestiales. El Señor usa el cepillo
desbastador en nuestros corazones agitados y temblorosos hasta que
las asperezas y las irregularidades han sido eliminadas por completo
y somos encontrados adecuados para ocupar el lugar que deberíamos
en el edificio celestial. Con las tribulaciones y las pruebas el cristiano
se purifica y se fortalece; desarrolla un carácter según el modelo
dado por Cristo. La influencia de una vida verdadera y piadosa
escapa de toda medida. Va más allá del círculo inmediato del hogar
y los amigos y esparce una luz que gana almas para Jesús.
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