Página 146 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Cristo reprendió a sus seguidores diciendo: “Dejad a los niños venir
a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios”.
Sabía que los niños escucharían sus consejos y lo aceptarían
como Redentor, y que aquellos que tenían la sabiduría mundana y
habían endurecido sus corazones no lo aceptarían y no encontrarían
su lugar en el reino de Dios. Al acercarse a Cristo para recibir su
bendición y consejo, la imagen y las palabras llenas de gracia del Sal-
vador quedaron indeleblemente grabadas en sus mentes moldeables.
Extraigamos una lección de este acto de Cristo y entendamos que
los corazones de los jóvenes son más susceptibles a las enseñanzas
del cristianismo, son más fáciles de ser movidos a piedad y virtud y
retienen con más fuerza la impresión recibida. Acerquémonos a los
jóvenes con amabilidad y enseñémosles con amor y paciencia.
Hermana, ligue sus hijos a su corazón con afecto. Dispénseles las
atenciones y los cuidados adecuados en todas las ocasiones. Vístalos
con ropas que los favorezcan para que no se sientan avergonzados
de su aspecto, puesto que esto sería perjudicial para su autoestima.
Ha visto que el mundo está entregado a la moda y el vestido y olvida
la mente y la moral para decorar la persona. Pero para evitar este
peligro, usted ha caído en el otro extremo y no presta la atención
suficiente al modo de vestir suyo y de sus hijos. Siempre es adecuado
vestir con decoro y adecuadamente, según la edad y la posición.
El orden y la limpieza son la ley del cielo. Para estar en armonía
con las disposiciones divinas, es nuestro deber vestir con dignidad y
buen gusto. Nuestras ideas al respecto están pervertidas. Hermana,
mientras condena la extravagancia y la vanidad del mundo, cae en
el error de arrastrar la economía a la penuria. Se niega a sí misma
lo que es correcto y apropiado, para lo que Dios le dio medios para
conseguir. Nuestra apariencia externa no debe deshonrar a Aquel a
quien profesamos seguir, sino que debe prestigiar su causa.
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El apóstol dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean al-
tivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas,
sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para
que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos”.
1 Timoteo 6:17, 18
. Se le dieron medios para
que los usara cuando fuese necesario, no para añadir destrucción a
la gran conflagración. Se le ofrece el disfrute de los dones del Señor,
se le pide que los use para su propia comodidad, con propósitos