Página 190 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Jesús les ordena hacer, en lugar de detenerse a preguntar qué debería
hacer tal o cual hombre, seríamos testigos de un gran cambio en to-
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dos los departamentos de la obra. Si en todos los corazones reinaran
las palabras: “Debo escuchar las enseñanzas de Cristo y obedecer
su voz, nadie puede hacer mi trabajo en mi lugar, la atención de los
demás nunca puede subsanar mi negligencia”, veríamos que la causa
de Dios avanzaría hasta metas nunca alcanzadas.
No hacer nada, esperar a que los demás actúen, trae la debilidad
espiritual. Retener las propias energías es una manera segura de
perderlas. Jesús requiere una obediencia explícita y una sumisión
dispuesta de todos sus siervos. En el servicio a Cristo no debe haber
contención ni autoindulgencia. No hay acuerdo posible entre Cristo
y Belial. ¡Cuánta falta de dedicación a la obra de Dios, cuánta falta
de preocupación ha habido en _____!
El corazón de A no se ha consagrado a Dios. Tiene capacidades
y talentos por los que tendrá que rendir cuentas al Dador de todas
las cosas. Su corazón no está consagrado y su vida es indigna de
su profesión; por más que haya estado vinculado con la sagrada
obra de Dios durante numerosos años. ¡Cuánta luz ha tenido, qué
privilegios! Ha disfrutado de las más extrañas oportunidades para
desarrollar un verdadero carácter cristiano. Las palabras de Cristo,
cuando lloró sobre Jerusalén, son aplicables a su caso: “¡Oh, si
también tu conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para
tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”.
Lucas 19:42
. A, la
condena de Dios cuelga sobre su cabeza, “por cuanto no conociste
el tiempo de tu visitación”.
Lucas 19:44
.
B tiene el mismo tipo de carácter, aunque no es tan soberbio.
Ambos aman más los placeres que a Dios. Su conducta contradice
en todo una vida cristiana. Carecen de estabilidad, sobriedad y dedi-
cación a Dios. En B, la obra de gracia también es muy superficial.
Desea ser cristiano, pero no se esfuerza por mantener la victoria
sobre el yo y actuar según sus convicciones de lo que es justo o erró-
neo. Dios sólo acepta acciones, no palabras ociosas o intenciones
vacías.
A, ha escuchado las palabras de reprensión de Dios, sus consejos,
sus advertencias, así como sus súplicas amorosas. Pero no basta con
escuchar. “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos”.
Santiago 1:22
. Dejarse llevar por
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