Página 209 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Son necesarias las reprobaciones fieles
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insatisfechos, son quejosos e irritables, desagradecidos y rebeldes.
Uno de ellos es el joven del que se habla en estas palabras. Aun así,
Dios tendrá misericordia de él si se arrepiente sinceramente y se
convierte. La sangre expiatoria de Cristo lavará sus pecados.
El Salvador del mundo ofrece el don de la vida eterna a los
descarriados. Con una compasión aún mayor que la de un padre
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terrenal que perdona a su hijo descarriado, arrepentido y sufriente,
Jesús busca una respuesta a sus ofrecimientos de amor y perdón.
Clama a los errantes: “Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros”.
Malaquías 3:7
. Si el pecador no escucha la voz de misericordia que lo
llama con tierno y compasivo amor, su alma quedará en las tinieblas.
Si desaprovecha la oportunidad que se le presenta y persiste en
su mala conducta, en el momento menos esperado, la ira de Dios
caerá sobre él. “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de
repente será quebrantado, y no habrá para el medicina”.
Proverbios
29:1
. Este joven ha tomado a la ligera la autoridad de su padre y ha
menospreciado la corrección. “El temor de Jehová es el principio
de la sabiduría”.
Proverbios 9:10
. Es el fundamento de la correcta
educación. Los que, teniendo una oportunidad favorable, no hayan
aprendido esta primera gran lección, no sólo están descalificados
para el servicio en la causa del Señor, sino que son un claro perjuicio
para la comunidad en que viven.
Salomón exhorta a los jóvenes: “Oye, hijo mío, la instrucción de
tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de
gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si los peca-
dores te quisieren engañar, no consientas”. “La sabiduría clama en
las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares
de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razo-
nes. ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores
desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia? Volveos
a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,
y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,
extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis
todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré
en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra ca-
lamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere
tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me