Página 26 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
custodia, él entregará aún más en nuestras manos. Cada esfuerzo
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que hagamos por Cristo será remunerado por él, y todo deber que
cumplamos en su nombre, contribuirá a nuestra propia felicidad.
Dios entregó a su muy amado Hijo a la agonía de la crucifixión,
para que todos los que creyesen en él pudiesen llegar a ser uno en el
nombre de Jesús. Si Cristo hizo un sacrificio tan grande para salvar a
los hombres y ponerlos en unidad unos con otros, así como él estuvo
unido con el Padre, ¿qué sacrificio hecho por quienes le siguen será
demasiado grande para conservar esa unidad?
Si el mundo ve que existe perfecta armonía en la iglesia de
Dios, será para este una poderosa evidencia en favor de la reli-
gión cristiana. Las disensiones, algunas desdichadas divergencias y
los enfrentamientos por insignificancias en la iglesia, deshonran a
nuestro Redentor. Todas estas cosas pueden ser evitadas si el yo se
entrega a Dios y los que siguen a Jesús obedecen la voz de la iglesia.
La incredulidad sugiere que la independencia individual aumenta
nuestra importancia, que es señal de debilidad renunciar a nuestras
ideas de lo que es correcto y propio, para acatar el veredicto de la
iglesia; pero es peligroso seguir tales sentimientos y opiniones, y
nos llevará a la anarquía y confusión. Cristo vio que la unidad y la
comunión cristianas eran necesarias para la causa de Dios y, por
lo tanto, las ordenó a sus discípulos. Y la historia del cristianismo
desde aquel tiempo hasta ahora demuestra en forma concluyente que
tan sólo en la unión hay fuerza. Sométase el juicio individual a la
autoridad de la iglesia.
Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad estricta y traba-
jaban con fervor para alcanzarla. Pablo exhortó a sus hermanos con
estas palabras: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya
entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer”.
1 Corintios 1:10
.
También escribió a sus hermanos filipenses: “Por tanto, si hay
alguna consolación en Cristo; si algún refrigerio de amor; si alguna
comunión del Espíritu; si algunas entrañas y misericordias, cumplid
mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vana-
gloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a
los otros: no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual
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