Página 275 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Experiencias y trabajos
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La garganta y los pulmones me afligieron mucho y aún padecía del
corazón. Puesto que sufría la mayor parte del tiempo, ingresé como
paciente del sanatorio.
Efectos del exceso de trabajo
Mi esposo trabajó incesantemente para el avance de los intereses
de la causa de Dios en varios departamentos de la obra centrada
en Battle Creek. Sus amigos estaban atónitos ante la gran cantidad
de trabajo que llevaba a cabo. La mañana del sábado 18 de agosto
habló en la casa de adoración. Por la tarde, su mente se vio some-
tida a un esfuerzo crítico de cuatro horas consecutivas durante la
lectura del manuscrito del tercer volumen del
Spirit of Prophecy
[Espíritu de profecía]. La materia era de mucho interés y calculada
para conmover el alma hasta sus mismos tuétanos; era una relación
del juicio, la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo.
Antes de que nos diéramos cuenta, ya se había fatigado. El domingo
empezó a trabajar a las cinco de la madrugada y no se detuvo hasta
la medianoche.
A la mañana siguiente, alrededor de las seis y media, sufrió un
mareo y estuvo a punto de quedar paralítico. Esa terrible enfermedad
nos asustó mucho, pero el Señor tuvo misericordia y nos libró de esa
aflicción. Sin embargo, al ataque siguió una gran postración física y
mental y, de hecho, parecía imposible que pudiésemos asistir a las
reuniones de campo de la costa este o que yo asistiera sola, dejando
a mi esposo deprimido y con la salud quebrantada.
Viendo postrado a mi esposo dije: “Es obra del enemigo. No
debemos sucumbir a su poder. Dios nos ayudará”. El viernes de-
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dicamos un tiempo especial de oración para que la bendición de
Dios descendiera sobre él y restaurara su salud. También pedimos
sabiduría para saber cuál era nuestro deber al respecto de asistir a las
reuniones de campo. El Señor había fortalecido nuestra fe repetidas
veces para que siguiéramos avanzando y trabajando por él aun cuan-
do estuviésemos abatidos y enfermos. En esas ocasiones nos había
mantenido y apoyado. Sin embargo, los amigos nos suplicaron que
no viajáramos porque parecía carente de sentido e irrazonable que
intentáramos un viaje de tal magnitud y nos expusiéramos a la fatiga
y los peligros de la vida al aire libre. Nosotros mismos quisimos