Página 328 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
pueden valerse de su influencia para avanzar en su posición moral
y espiritual en la causa de Dios. Cuanto más limitada sea su esfera
de influencia con respecto a la causa de Dios tanto mejor será para
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la causa. Sus palabras y sus acciones en materia de equidad no son
dignas de confianza. Es el caso general de A B y sus hermanos. El
mundo y la iglesia tienen todo el derecho de decir que su religión
es vana. Son mundanos e intrigantes, y no desaprovechan ninguna
oportunidad de obtener ganancia. Son severos y exigentes con los
que los rodean. Son envidiosos, celosos y vanidosos.
Los que presentan así la verdad levantan una poderosa barrera
para la salvación de los otros. A menos que se transformaran, sería
mejor que nunca hubieran abrazado la verdad. Sus mentes están
más bajo el control de Satanás que del Espíritu de Dios. La esposa
del hermano A B posee, por naturaleza, un corazón amable pero su
esposo la ha moldeado. Es charlatana. Su lengua, a menudo, está
inflamada con el fuego del infierno; es indomable. “En las muchas
palabras”, dice Salomón, “no falta pecado”
Proverbios 10:19
. Esto
es especialmente cierto en su caso. Exagera y da falsos testimonios
y, de ese modo, transgrede constantemente el mandamiento de Dios
a la vez que profesa ser una guardadora de los mismos. No desea
ofender, pero la verdad no santifica su corazón.
Mientras usted, hermano B, se ha apresurado a entablar contro-
versias con otros sobre algunos puntos de la fe, sin excepción, ha
permanecido dormido a aquellas cosas que son adecuadas al cris-
tianismo. Usted no tiene idea, ni por ensueño, de la condición en
la que se encuentra. Esa apatía se extiende por la iglesia y sobre
todos los que, profesando a Cristo como usted lo ha profesado, lo
niegan con sus acciones. Está arrastrando a otros a la misma senda
de irreflexión que usted pisa. La palabra de Dios declara que sin
santidad ningún hombre verá a Dios. Jesús murió para redimirnos
de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo especial, celoso de
las buenas obras.
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a
todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y
a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosa-
mente”.
Tito 2:11
. Cristo dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
Mateo 5:48
. ¿Cuán-
tas son sus oraciones si en sus corazones dan cobijo a la iniquidad?