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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
mismo es el mejor gobierno del mundo. Noventa y nueve de cada
cien problemas que amargan tan terriblemente la vida podrían ha-
berse ahorrado con el ornamento de un espíritu manso y pacífico.
Muchos excusan sus palabras precipitadas y temperamentos apasio-
nados diciendo: “Soy sensible, tengo un carácter precipitado”. Así
nunca se sanarán las heridas causadas por las palabras apresuradas y
apasionadas. Es cierto que hay quien es más apasionado que otro,
pero ese espíritu nunca puede estar en armonía con el espíritu de
Dios. El hombre natural debe morir y el nuevo hombre, en Cristo
Jesús, debe apoderarse del alma para que el seguidor de Jesús pueda
decir en verdad: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
Gálatas
2:20
.
El yo es difícil de conquistar. No es fácil traer la depravación
humana en todas sus formas a la sujeción del Espíritu de Cristo. Aun
así, todos deberían quedar impresionados con el hecho de que, a me-
nos que ganen la victoria por medio de Cristo, no tienen esperanza.
La victoria es alcanzable porque con Dios nada es imposible. Con su
gracia ayudadora, es posible vencer todo mal temperamento y toda
la depravación humana. Los cristianos deben aprender de Cristo,
“quien cuando le maldecían, no respondía con maldición”.
1 Pedro
2:23
.
La tarea que tienen ante ustedes no es liviana, no es un juego
de niños. No han avanzado hacia la perfección pero ahora pueden
volver a empezar. Con su vida pueden mostrar qué pueden hacer
el poder y la gracia de Dios para transformar al hombre natural en
un hombre espiritual en Cristo Jesús. Pueden ser vencedores si, en
nombre de Cristo, se aplican decididamente a la tarea.
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Me gustaría escribir en sus corazones una solemne declaración:
Cuando las personas se han rendido a las maquinaciones de Satanás
y se han puesto bajo su influencia, si desean salir de sus trampas
mediante la misericordia de Dios, deben unirse estrechamente a él,
crucificando diariamente al yo y transformándose completamente,
para así ganar la victoria y obtener la vida eterna. Ambos se han
alejado mucho de Dios. Han traído muchos reproches a su causa.
Ahora deben ser aún más celosos y sinceros para vencer todos los
defectos de sus caracteres y llevar una vida de humillación y oración
confiada y suplicante. Con fe, pidan a Dios que, por Cristo, borre