Página 343 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Advertencia a un ministro
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Mientras estuvo en Texas, usted se sentía desesperado y olvidado
de Dios y los hombres. Ahora que vuelve a empezar, permita que
la obra de reforma sea completa y su arrepentimiento perfecto. Por
lo que al vigor y la salud se refiere, sus mejores días ya pasaron.
Sin embargo, con hábitos adecuados, una mente dispuesta y la clara
conciencia respecto de su presente comportamiento, es posible que
vuelva en victoria lo que pudiera ser una derrota. No tiene tiempo
que perder. Su esposa puede ayudarlo en sus esfuerzos en el campo
de la siega. Si se santifica con la verdad, ella puede ser una ben-
dición para usted y para la causa de Dios conversando con otros
y mostrándose sociable. Muchos fracasan y caen por causa de la
indulgencia de un carácter perverso. A Alejandro Magno y a César
les fue más fácil subyugar reinos que dominar su propio espíritu.
Después de haber conquistado naciones enteras, los que fueron te-
nidos por grandes hombres del mundo, cayeron; uno, víctima de la
concupiscencia y la intemperancia; el otro, de la presuntuosidad y la
ambición desbocada.
Dios les exige que dominen el orgullo, la obstinación y permitan
que su paz gobierne sus corazones. Deben abrigar un espíritu manso
y pacífico, lleven la mansedumbre de Cristo con ustedes y en todas
las tareas que desempeñen. Un carácter agitado y la censura tajante
no causarán la impresión adecuada en las personas ni ganarán sus
simpatías. Si tenemos la verdad, podremos ser calmados y pacífi-
cos. Nuestro lenguaje debe ser modesto y elevado. El espíritu que
ustedes han abrigado ha dejado sus huellas en el rostro. Con Cristo
entronizado en el alma, esa mirada inquieta, irritable e infeliz se
borrará. Cuando la multitud de testigos miran al hombre que refleja
la imagen de Cristo se dan cuenta de que está rodeado de una atmós-
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fera apacible. El mundo verá que, aun en medio de las tormentas
de los abusos, él se muestra inamovible, como un alto cedro. Ese
hombre es un héroe de Dios. Ha vencido sobre sí mismo.
La mayor parte de las preocupaciones de la vida, sus corrosivas
cuitas diarias, sus quebraderos de cabeza, su irritación, son el resul-
tado de un carácter sin control. La armonía del círculo doméstico
se rompe a menudo por una palabra apresurada y el lenguaje vio-
lento. ¡Cuánto mejor sería callar! Una sonrisa de satisfacción y una
tranquila palabra de aprobación dicha con espíritu de mansedumbre
serían potencia que suaviza, consuela y bendice. El gobierno de sí