Página 342 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
cielo invade su alma. Muchos dan rienda suelta a las pasiones, a la
avaricia, a la soberbia y al engaño, excusándose constantemente y
echando la culpa sobre las circunstancias que les trajeron la prueba.
Tal ha sido su caso, hermano. Dios permitió que existiera su entorno
para que usted desarrollara su carácter. Pero usted pudo haber creado
su entorno; porque resistiendo y soportando la tentación se controlan
las circunstancias con la fuerza de voluntad, en nombre de Jesús.
Así se vence como Cristo venció. “Ésta es la victoria que ha vencido
al mundo, nuestra fe”.
1 Juan 5:2
.
Hermano F, Dios tiene misericordia de usted. Su vida ha sido
un error, no se parece en nada a lo que pudiera o debería haber
sido. En su genuina humanidad no ha habido elevación y pureza
de sentimientos. No se ha respetado a usted mismo y, por lo tanto,
tampoco ha respetado a los demás. No ha engrandecido a Cristo ni
el poder de su gracia. Toda su vida ha necesitado guardianes para
que lo vigilaran. La frivolidad y volubilidad, la desconsideración y
falta de control de sí mismo, la soberbia e impaciencia que se vieron
en su conducta en un período temprano de su vida ahora que ya
ha cruzado el meridiano de la vida se han desarrollado de manera
extremada. No habría sido así si usted hubiera puesto a un lado sus
sentimientos y su temperamento infantiles y se hubiese revestido de
la firmeza del hombre adulto. Justificarse ha sido su total ruina. Sus
sufrimientos y enfermedades se han magnificado. Usted mira a ellas
y se queja, pero no mira más allá, a Jesús. Piense cuán poco sufre,
cuán poco soporta, en comparación con los sufrimientos de Cristo,
el cual estaba libre de pecado. El Justo sufría por el injusto.
Un buen árbol no dará frutos corruptos. Tan cierto como que el
buen árbol da buenos frutos, la buena conversación acompañará a
la buena conciencia. Si un hombre es descortés y grosero con su
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familia y otras personas relacionadas con él, no es difícil imaginar
cómo se comportará en la iglesia. Mostrará la misma disposición
petulante y altanera que muestra en casa. Nadie puede tener el
espíritu y la mente de Cristo sin que ello lo mejore en todas sus
relaciones y deberes de la vida. La murmuración, las quejas y las
pasiones agitadas no son fruto de los buenos principios. Hermano,
le será preciso apresurarse a orar porque no ha fortalecido los rasgos
morales de carácter que son altos y nobles. Ésta es ahora su tarea.
Será difícil, pero es extremadamente necesario.