Página 376 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

372
Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
partida correcto. No trabaje para usted, sino para Dios. Deje a un
lado el orgullo, la exaltación del yo y la vanidad y aprenda de Cristo
las dulces lecciones de la cruz. Entréguese sin reservas a la tarea.
Sea un sacrificio viviente en el altar de Dios.
Si los hijos de un ministro manifiestan apasionamiento y se les
permiten casi todos sus deseos, esto es una influencia es contraria
a los testimonios que Dios me ha dado para los padres al respecto
de la manera adecuada de gobernar a sus hijos. Hermano, va en
dirección totalmente opuesta a la luz que Dios se ha complacido en
dar y escoge sus propias teorías de origen desconocido. Sin embargo,
este experimento, tan directamente opuesto a las instrucciones de la
palabra de Dios, no debe ser llevado a cabo y perjudicar a aquellos a
quienes Dios quiso que instruyamos en referencia a la formación de
sus hijos.
No centre su interés en su propia familia, en detrimento de los
demás. Si comparte la hospitalidad de sus hermanos, es razonable
que ellos esperen lo mismo de usted. Identifique sus intereses con
los de los padres y los hijos; instruya y bendiga. Santifíquese para
la obra de Dios y sea una bendición para los que se relacionen con
usted, conversando con los padres nunca se olvide de los niños. No
piense que su pequeña es más preciosa a los ojos de Dios que los
otros niños. Usted es culpable de haber descuidado a los demás
mientras consentía y mimaba a su pequeña. Esa misma niña es la
prueba de su deficiente gobierno. Su hija es culpable de actos de
desobediencia y apasionamiento tan frecuentes como veces en el
día se tuercen sus propósitos. Esta es una mala influencia para las
[376]
familias que Dios desea instruir y reformar, apartándolas de las ideas
poco exigentes sobre la disciplina.
Su ciego e insensato afecto los ha rendido, a ambos, a la voluntad
de su hija. Le han permitido que tome las riendas en sus pequeñas
manos y los ha gobernado antes de ser capaz de andar. ¿Qué se puede
esperar del futuro viendo un pasado así? No permitan que el ejemplo
de esta niña consentida y mimada dé lecciones que testifiquen contra
ustedes, cuyo juicio mostrará que habrán sido la causa de la pérdida
de muchos otros niños. Si los hombres y las mujeres lo aceptan
como maestro de Dios, ¿acaso no se sentirán inclinados a seguir su
pernicioso ejemplo y serán indulgentes con sus hijos? ¿Cometerá
usted el mismo pecado que Elí? ¿Recibirá su misma retribución?