Página 391 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

Los embajadores de Cristo
387
presentarles la cadena de verdad y dar una aplicación práctica a sus
corazones. Esta oportunidad de oro se habrá perdido para siempre.
Si Cristo y su amor redentor hubiesen sido ensalzados en relación
[388]
con la teoría de la verdad, esto podría haberlos hecho inclinarse
hacia su lado.
Más almas de las que nos imaginamos anhelan comprender
cómo pueden acudir a Cristo. Muchos escuchan los sermones que
se predican desde los púlpitos de las iglesias populares, y al salir no
saben mejor que antes de escucharlos cómo encontrar a Jesús y la
paz y el descanso que desean sus almas. Los ministros que predican
el último mensaje de misericordia deben tener presente que Cristo
ha de ser ensalzado como refugio del pecador. Muchos ministros
piensan que no es necesario predicar el arrepentimiento y la fe con
un corazón completamente subyugado por el amor de Dios; dan
por sentado que sus oyentes están perfectamente familiarizados con
el Evangelio, y que deben presentarles asuntos de una naturaleza
diferente para retener su atención. Si sus oyentes están interesados,
lo consideran como evidencia de éxito. La gente ignora mucho de lo
que respecta al plan de salvación, y necesita más instrucción acerca
de este asunto de suma importancia que acerca de cualquier otro.
De aquellos que se congregan para escuchar la verdad debe espe-
rarse que deseen ser beneficiados, como lo expresaron Cornelio y sus
amigos: “Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia
de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado”.
Hechos 10:33
.
Los discursos teóricos son esenciales para que todos conozcan
la forma de la doctrina y vean la cadena de la verdad, eslabón tras
eslabón, unida en un conjunto perfecto. Pero jamás debe presentarse
un discurso sin presentar a Cristo, y Cristo crucificado, como fun-
damento del Evangelio, aplicando de forma práctica las verdades
presentadas y grabando en la mente el hecho de que la doctrina de
Cristo no es “sí y no”, sino “sí y amén” en Cristo Jesús.
Después que se ha presentado la teoría de la verdad, viene la
parte ardua del trabajo. No se debe dejar a la gente sin instrucción
referente a las verdades prácticas que se relacionan con su vida
diaria. Los oyentes deben ver y sentir que son pecadores y que
necesitan convertirse a Dios. Lo que Cristo dijo, lo que hizo y lo que
enseñó, debe presentárseles de la manera más impresionante.