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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
considerar que algunos niños nunca han sido disciplinados en sus
hogares. Puesto que siempre se les consintieron todos los gustos y no
se les enseñó a obedecer, sería muy ventajoso para ellos que se los
alejara de sus padres insensatos y fueran colocados bajo reglamentos
y adiestramiento tan severos como los que rigen para los soldados
en un ejército. A menos que se haga algo por estos hijos que han
sido tan tristemente descuidados por unos padres infieles, nunca
serán aceptados por Jesús; a menos que se llegue a ejercer cierto
dominio sobre ellos, serán inútiles en esta vida y no tendrán parte
en la venidera.
En el cielo hay obediencia y paz, armonía y orden perfectos. Los
que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no respetarían
el orden que se observa en el cielo. Nunca podrán ser admitidos allí;
porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo amarán el
orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados en esta vida
determinarán el destino futuro. Cuando Cristo venga no cambiará
el carácter de ninguna persona. El precioso tiempo de gracia nos es
dado para que lo aprovechemos lavando las vestiduras del carácter
y emblanqueciéndolas en la sangre del Cordero. La eliminación de
las manchas del pecado requiere la obra de toda una vida. Cada día
se necesita hacer esfuerzos renovados para refrenar al yo y negarlo.
Cada día hay nuevas batallas que pelear y victorias que ganar. Cada
día el alma debe ejercitarse en fervientes súplicas ante Dios por las
grandes victorias de la cruz. Los padres no deben descuidar ningún
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deber de su parte para beneficiar a sus hijos. Deben educarlos de
tal manera que sean una bendición para la sociedad aquí, y puedan
cosechar la recompensa de la vida eterna.
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