Página 452 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
La fortaleza adquirida mediante la oración a Dios, unida al es-
fuerzo individual por formar lamente en la reflexión y las responsa-
bilidades, prepara a la persona para los deberes diarios y mantiene
el espíritu en paz en cualquier situación, por más dura que sea. Las
tentaciones a las que estamos expuestos diariamente hacen de la
oración una necesidad. Para que el poder de Dios pueda guardarnos
por la fe, los deseos de la mente deberían ascender continuamente
en oración silenciosa pidiendo ayuda, luz, fuerza y sabiduría. Pero
la meditación y la oración no deben ocupar el tiempo del aprove-
chamiento fiel y honesto del tiempo. La oración y el trabajo son
precisos para perfeccionar el carácter cristiano.
Debemos vivir una vida de doble aspecto. Debe ser una vida
de meditación y acción, de oración silenciosa y de trabajo honesto.
Todos los que han recibido la luz de la verdad deberían sentir que es
su deber extender los rayos de luz sobre la senda del impenitente.
Deberían ser testigos de Cristo en nuestras agencias así como en la
iglesia. Dios nos exige que seamos epístolas vivientes, conocidas
y leídas por todos los hombres. El alma que se vuelve a Dios en
busca de fuerza, apoyo y poder mediante la oración diaria y sincera
tendrá nobles aspiraciones, claras percepciones de la verdad y el
deber, elevados propósitos de acción y un hambre y una sed de
justicia continuas. Al mantener la unión con Dios seremos capaces
de difundir a otros, mediante nuestras relaciones con ellos, la luz, la
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paz, y la serenidad que gobiernan nuestro corazón y seremos para
ellos un ejemplo de fidelidad inquebrantable a los intereses de la
obra en la que participamos.
En muchos que trabajan en nuestras agencias hay una ausencia
casi absoluta del amor y el temor de Dios. El yo gobierna, el yo
controla y Dios y el cielo apenas entran en la mente. Si esas perso-
nas pudieran ver que se encuentran en el límite mismo del mundo
eterno y que sus intereses futuros se determinarán por sus acciones
presentes, habría un notable cambio en todas las manos empleadas
en esas agencias.
Pero muchos que participan de la sagrada tarea de Dios están pa-
ralizados por los engaños de Satanás. Duermen un sueño hipnótico.
Los días y los meses pasas y ellos permanecen despreocupados co-
mo si no hubiera Dios, ni futuro, ni cielo, ni castigo por el abandono
del deber o por evitar las responsabilidades. Pero se acerca el día en