Página 451 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Nuestras casas publicadoras
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humana, asumiendo las responsabilidades de un siervo y haciéndose
obediente hasta la muerte, la muerte más ignominiosa y desagra-
dable, la más vergonzante, la más angustiosa: la muerte en la cruz.
¿Es posible que los cristianos contemplen esta maravillosa muestra
del amo r de dios por el hombre sin sentirse conmovidos ni ver el
sentido del hecho de que no nos pertenecemos? Un Maestro así no
debería ser servido por resentimiento, codicia o egoísmo.
“Fuisteis rescatados”, dice Pedro, “no con cosas corruptibles,
como oro o plata”.
1 Pedro 1:18
. Si hubiesen sido suficientes para
comprar la salvación del hombre, cuán fácil habría sido para Aquel
que dice: “Tu plata y tu oro son míos”.
1 Reyes 20:3
. Pero el trans-
gresor de la santa ley de Dios sólo podía ser redimido con la preciosa
sangre del Hijo de Dios. Los que, no apreciando el maravilloso sa-
crificio que hizo por ellos, escatiman sus medios y sus facultades
físicas, mentales y morales al servicio de Cristo perecerán víctima
de su orgullo.
“Al que no tiene [puestos en buen uso sus capacidades y sus
medios], aun lo que tiene le será quitado”.
Mateo 13:12
. Los que
son demasiado indolentes para ver sus responsabilidades y ejercitar
sus facultades no recibirán la bendición de Dios y las capacidades
que posean les serán retiradas y serán dadas a los obreros activos
y celosos que aumentan sus talentos con el uso constante. “¿Has
visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará;
no estará delante de los de baja condición”.
Proverbios 22:29
. Una
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persona que trabaja diligentemente bajo la dirección del Espíritu de
Dios poseerá poder e influencia porque en él todos pueden ver un
espíritu de devoción infatigable por la causa de Dios en cualquier
departamento que lo llame el deber.
Todas las manos de nuestras agencias deberían disponerse en
la condición más favorable para la formación de hábitos buenos y
correctos. Cada día, varias veces, se deberían consagrar unos mo-
mentos dorados y preciosos a la oración y el estudio de las Escrituras,
ni que sea sólo memorizar un texto, para que en el alma haya vida
espiritual. Los múltiples intereses de la causa nos dan alimento para
reflexionar e inspirar nuestras oraciones. La comunión con Dios es
esencial para la salud espiritual y es la única vía de adquisición de
la sabiduría y el correcto juicio tan necesarios en el desempeño de
cada deber.