Página 469 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Los testamentos y legados
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un hombre roba a Dios reteniendo lo que él requiere, su maldición
recae sobre el conjunto.
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Dios ha hecho que los hombres sean conductos por medio de los
cuales sus dones deben fluir, para sostener la obra que él quiere que
se lleve a cabo en el mundo. Él les ha dado propiedades para que
las empleen sabiamente, no para que las atesoren egoístamente o
las malgasten en lujos y en la complacencia propia, sea en vestidos
o en el embellecimiento de sus casas. Les ha confiado recursos
con que sostener a sus siervos en sus labores como predicadores y
misioneros, y para sostener las instituciones que él ha establecido
entre nosotros. Los que se regocijan en la preciosa luz de la verdad
deben sentir un ardiente deseo de que se la difunda por doquiera. Hay
algunos pocos fieles portaestandartes que nunca rehuyen el deber
o las responsabilidades. Sus corazones y bolsillos están siempre
abiertos a todo pedido de recursos para adelantar la causa de Dios.
A la verdad, algunos parecen listos a sobrepasar su deber, como si
temiesen perder la oportunidad de invertir su porción en el banco
del cielo. Hay otros que harán lo menos que puedan. Atesoran
sus recursos, o malgastan medios en su propia persona, dando a
regañadientes una ofrenda escasa para sostener la causa de Dios. Si
hacen una promesa a Dios, se arrepienten luego y evitan su pago
mientras pueden, si no dejan de pagarla por completo. Disminuyen el
diezmo tanto como pueden como si temiesen que lo devuelto a Dios
se perdiera. Nuestras diversas instituciones pueden estar abrumadas
por falta de recursos, pero estas personas obran como si no les
importara que prosperen o no. Sin embargo, dichas instituciones son
instrumentos de Dios para iluminar al mundo.
Estas instituciones no han recibido, como otras por el estilo, asig-
naciones o legados; sin embargo Dios las ha prosperado y bendecido
grandemente y las ha convertido en medios de grandes beneficios.
Hay entre nosotros ancianos cuyo tiempo de gracia se acerca a su
fin; pero por falta de hombres que estén alerta y aseguren para la
causa de Dios los recursos que poseen, éstos pasan a las manos de
los que sirven a Satanás. Estos recursos sólo les fueron prestados
por Dios para que se los devolviesen; pero en nueve casos de cada
diez, estos hermanos, cuando están por desaparecer del escenario de
acción, disponen de la propiedad de Dios de una manera que no le
puede glorificar, porque ni un solo peso llegará jamás a la tesorería
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