Página 490 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Los hábitos formados en la juventud, aunque luego puedan ser
modificados de algún modo, raramente cambian en esencia. La
herencia de carácter que recibió al nacer ha moldeado toda su vida.
El temperamento perverso de su padre se ve en sus hijos. La gracia
de Dios puede vencer esas malas tendencias, pero será una batalla
terrible. Así mismo sucede con sus hijos. Los consiente como se
consiente a sí misma. No tiene fuerza para negar el apetito que desea
y así carga terriblemente sus órganos digestivos. Nadie puede gozar
de buena salud y tolerar sus caprichos como usted.
Y lo mismo es cierto en el caso de sus hijos. La mala disciplina
de su madre que, en lugar de ocuparse de ellos, los privó tanto tiempo
de los cuidados de una madre, ha estado a punto de arruinarlos. Aun
así, una dirección firme y recta todavía puede mejorarlos de manera
importante. Aún no están fuera de control aunque sea más difícil
conseguir hacer de ellos lo que podrían haber sido si sus padres
hubieran obrado correctamente. Si lo desea, la madre puede ver el
resultado de sus acciones o se puede reformar e intentar contrarrestar
el mal hecho. La senda por la que sus hijos empiecen a andar ahora
puede llevar al vicio o la virtud, al honor o a la infamia, al cielo o
al infierno. La influencia de una madre que ora, que teme a Dios,
durará toda la eternidad. Aunque muera, su obra resistirá el paso del
tiempo.
Hermano y hermana H, ninguno de ustedes se da cuenta de la
triste condición de sus hijos. Hermano H, ha sido negligente a la hora
de adoptar una posición firme para controlarlos. En gran medida,
el menor de sus hijos gobierna toda la casa. La dirección de sus
dos hijos mayores fue totalmente errónea. Mientras que algunas
veces, el hermano H era demasiado severo y les exigía lo que no
les habría exigido a sus propios hijos, su conducta, hermana H, era
aún peor. Se ponía de parte de los niños en su presencia y encendía
sus jóvenes corazones con deseos de venganza. Les dio lecciones de
insubordinación y habló irrespetuosamente de su esposo delante de
ellos. Esa conducta estaba calculada para conducirlos al menosprecio
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por la corrección. Así se dejó una huella indeleble en sus mentes.
Ahora usted empieza a ver en sus hijos mayores los resultados
de esta educación. Aun así, continúa la misma tarea con los hijos
que Dios a partir de entonces le confió para que los cuidara. Su
espíritu contradictorio e incontrolable es como un veneno insidioso