Página 495 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Casamientos antibíblicos
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Es algo peligroso aliarse con el mundo. Satanás sabe muy bien
que la hora del casamiento de muchos jóvenes, tanto de un sexo
como del otro, cierra la historia de su experiencia religiosa y de
su utilidad. Quedan perdidos para Cristo. Tal vez hagan durante
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un tiempo un esfuerzo para vivir una vida cristiana; pero todas sus
luchas se estrellan contra una constante influencia en la dirección
opuesta. Hubo un tiempo en que era para ellos un privilegio y un
gozo hablar de su fe y esperanza; pero luego llegan a no tener
deseo de mencionar el asunto, sabiendo que la persona a la cual han
ligado su destino no se interesa por ello. Como resultado, la fe en la
preciosa verdad muere en el corazón, y Satanás teje insidiosamente
en derredor de ellos una tela de escepticismo.
Llevar a los excesos lo legítimo constituye un grave pecado.
Los que profesan la verdad pisotean la voluntad de Dios al casarse
con incrédulos; pierden su favor y hacen obras amargas, de las
que habrán de arrepentirse. La persona incrédula puede poseer un
excelente carácter moral; pero el hecho de que no haya respondido a
las exigencias de Dios y haya descuidado una salvación tan grande,
es razón suficiente para que no se verifique una unión tal. El carácter
de la persona incrédula puede ser similar al del joven a quien Jesús
dirigió las palabras: “Una cosa te falta” (
Marcos 10:21
), y esa cosa
era la esencial.
A veces se arguye que el no creyente favorece la religión, y que
como cónyuge es todo lo que puede desearse, excepto en una cosa,
que no es creyente. Aunque el buen juicio indique al creyente lo
impropio que es unirse para toda la vida con una persona incrédula,
en nueve de cada diez casos triunfa la inclinación. La decadencia
espiritual comienza en el momento en que se formula el voto ante el
altar; el fervor religioso se enfría y se quebranta una fortaleza tras
otra, hasta que ambos están lado a lado bajo el negro estandarte de
Satanás. Aun en las fiestas de boda, el espíritu del mundo triunfa
contra la conciencia, la fe y la verdad. En el nuevo hogar no se
respeta la hora de oración. El esposo y la esposa se han elegido
mutuamente y han despedido a Jesús.
Al principio el cónyuge no creyente no se opondrá abiertamente;
pero cuando se presenta la verdad bíblica a su atención y considera-
ción, surge en seguida el sentimiento: “Te casaste conmigo sabiendo
lo que era, y no quiero que se me moleste. De ahora en adelante