Página 501 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Los pobres del señor
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prometido a aquellos que se ocupen de los pobres y se compadezcan
de los que sufren será vuestra justificación.
Es preciso que se establezca un fondo de caridad para cubrir
las necesidades de los pobres a los que se permite que acudan a
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Battle Creek. Cada año el sanatorio soporta una carga de miles
de dólares por atender a los pacientes de beneficencia. ¿Y quién
valora correctamente esta gran carga que soporta la institución?
Nadie cuyo nombre se encuentre en los libros de la iglesia debería
sufrir la enfermedad un año tras otro cuando unos pocos meses en el
sanatorio le darían alivio y una valiosa experiencia de cómo cuidarse
de sí mismo y de otros cuando estén enfermos. Todas las iglesias
deberían sentir como un deber bíblico hacerse cargo de sus propios
pobres y enfermos.
Cuando un valioso hijo de Dios necesita los servicios del sanato-
rio y sólo puede hacerse cargo de una pequeña parte de los costos,
la iglesia ha de jugar un noble papel al hacerse cargo del resto de
la suma. Algunos serán incapaces de pagar ni siquiera una pequeña
parte, pero no permitáis que continúen sufriendo a causa de vuestro
egoísmo. Enviadlos al sanatorio, junto con sus peticiones y vuestro
dinero para sufragar los gastos. Al hacer esto obtendréis preciosas
bendiciones. Mantener en funcionamiento una institución de ese
tipo tiene un costo y no se le debería pedir que trate a los enfermos
a cambio de nada. Si fuese posible restituir a la institución la suma
que ha gastado en pacientes de beneficencia, sería una gran ayuda
para aliviar su situación actual.
Hermanos, no depositéis la carga de vuestros pobres sobre las
personas y las instituciones de Battle Creek, sino que haceos cargo
de la tarea y cumplid con vuestro deber. Privaos de algunas cosas
en vuestros vestidos o vuestros hogares y depositad en algún lugar
seguro una suma destinada a los pobres y necesitados. No permitáis
que vuestros diezmos y vuestras ofrendas de gratitud a Dios se
reduzcan, sino que haced esto en añadidura. No es propósito de Dios
que lluevan recursos del cielo para sostener a los pobres, sino que
ha puesto sus bienes en manos de administradores. Deben reconocer
a Cristo en la persona de sus santos. Todo aquello que hagan por sus
hijos que sufren, por él lo hacen, porque identifica su interés con el
de la humanidad sufriente.