Página 500 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
no ser porque reciben caridad
No es del agrado de Dios que esa
iglesia permita que los pobres que se encuentran entre sus miembros
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sufran necesidades. Por lo tanto, los que se encuentran en el corazón
de la obra soportan un sobrecosto continuo.
Nuestros hermanos deberían mantener sus pobres en sus casas
y hacerse cargo de aquellos que ya están en Battle Creek. Podrían
hacer mucho más de lo que ahora hacen por los pobres si les propor-
cionaran empleo, ayudándolos a salir del atolladero por sus propios
medios. Sería mucho mejor que esas personas fueran empleadas en
asuntos temporales que enviarlas al gran corazón de la obra, cargan-
do la causa de Dios con obreros ineficientes. En Battle Creek sólo
son útiles los hombres y las mujeres con formación, que gozan de
fuerza física y mental, responsables, acostumbrados a usar su propio
cerebro antes que el de los demás. Hermanos, ¿consideraríais que es
aconsejable confiar unos cargos de responsabilidad a personas que
son incapaces de obtener sus propios medios de subsistencia en los
asuntos comunes de la vida?
Hay hombres y mujeres, y jóvenes, a los cuales es preciso enseñar
a emplear sus capacidades allí donde se encuentren. No es tarea
agradable, pero cada iglesia es responsable de sus miembros y no
debería promover que las personas que no pueden ganarse la vida en
su lugar de residencia se muden a Battle Creek. Los hermanos que
viven en el campo tienen granjas y pueden conseguir sus propios
aprovisionamientos. Por lo tanto, es mucho menos costoso sostener
a los pobres en el campo, donde las provisiones son más baratas,
que enviarlos a Battle Creek donde, en lugar de ayudar a la iglesia
y sus instituciones, obligan constantemente a retirar recursos de la
tesorería para ayudarlos. A quienes viven en la ciudad les es costoso
comprar casi todas sus provisiones y también hacerse cargo de los
pobres.
Hermanos que asistís a iglesias pequeñas, si Dios os ha enco-
mendado la tarea de cuidar a sus pobres, consolar a los desfallecidos,
visitar a los enfermos y proveer a los necesitados, no seáis tan gene-
rosos e impedid que la iglesia de Battle Creek se quede con todas las
bendiciones de esa tarea. La codicia de las bendiciones que Dios ha
El lector deberá tener en cuenta que se trata de un escrito redactado en 1880 y que,
por aquel entonces, un dólar era una suma importante de dinero. Baste con saber que dos
pavos vivos podían valer esa cantidad.—
N. del E
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