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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
tan importante. No tienen derecho de estar aquí. Se interponen en
el camino de la obra de Dios. Los que descuidan a los pobres del
Señor y no sienten ninguna responsabilidad hacia las viudas y los
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huérfanos, ni se identifican con ellos, ni trabajan para traer justicia y
equidad entre los hombres, son culpables de descuidar a Cristo en
la persona de sus santos, porque conociendo la causa, no la buscan.
No sienten la carga ni hacen esfuerzos para sostenerla. Si en el gran
corazón de la obra nos se manifiesta más vigilancia, toda la iglesia
se corromperá como las de otras denominaciones.
Todos los que viven en Battle Creek rendirán una terrible cuenta
a Dios si han cometido pecado sobre algún otro hermano. Es alar-
mante que la indiferencia, el adormecimiento y la apatía hayan sido
características de hombres que ocupan cargos de responsabilidad y
que, constantemente aumenten el orgullo y la alarmante desconside-
ración por las advertencias del Espíritu de Dios. Las barreras que la
palabra de Dios sitúa alrededor de su pueblo están siendo derribadas.
Los hombres que conocen el modo en que Dios guió a su pueblo en
el pasado, en lugar de buscar las antiguas sendas y defender nuestra
posición como pueblo peculiar, han unido sus manos con el mundo.
La característica más alarmante del caso es que no han sido escucha-
das las voces de advertencias, de reprensiones y recomendaciones.
Los ojos del pueblo de Dios parecen ciegos y la iglesia es arrastrada
rápidamente por la corriente de la mundanalidad.
Dios no desea que quienes velan por los intereses de sus
instituciones sean hombres de madera, sino que quiere hombres
trabajadores—hombres capaces y perspicaces—, hombres que ten-
gan ojos y los abran para poder ver, y corazones sensibles a la
influencia de su Espíritu. Necesita hombres de estricta integridad
que guarden los intereses de su causa en Battle Creek.
En Battle Creek hay quienes nunca se ha sometido completa-
mente a la reprensión. Esas personas han seguido la conducta de
su propia elección. Siempre, en mayor o menor grado, han ejercido
una influencia contraria a la de los que se han levantado para de-
fender lo justo y reprender el error. La influencia de tales personas
sobre los que llegan y entran en contacto con ellos en calidad de
huéspedes o internos de la escuela es nefasta. Llenan la mente de
los recién llegados con dudas y preguntas sobre los testimonios del
Espíritu de Dios. Hacen falsas especulaciones sobre los
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