Página 512 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Los ángeles están dedicados noche y día en el servicio de Dios
para elevación del hombre de acuerdo con el plan de salvación. Se
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requiere del hombre que ame a Dios supremamente; es decir, con
toda su fuerza, mente y corazón, y a su prójimo como a sí mismo.
Esto no lo puede hacer a menos que se niegue a sí mismo. Dijo
Cristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24
.
La abnegación, es el gobierno del espíritu cuando la pasión quie-
re predominar; es resistir a la tentación de censurar y de criticar;
es tener paciencia con el niño torpe, cuya conducta agravia e impa-
cienta; es permanecer en el puesto del deber cuando otros fracasan;
es llevar responsabilidades cuándo y donde quiera que se pueda,
no con el fin de recibir aplausos, ni por política, sino por amor al
Maestro, el cual nos encomendó una obra para que la hiciéramos
con fidelidad inquebrantable; es guardar silencio y dejar que otros
labios nos alaben, cuando podríamos alabarnos nosotros mismos.
Negarnos a nosotros mismos es hacer bien a otros cuando nuestra
inclinación nos induciría a servirnos y agradarnos a nosotros mis-
mos. Aun cuando nuestros semejantes no hayan de apreciar nunca
nuestros esfuerzos, ni reconocerlos, debemos seguir trabajando.
Escudriñemos cuidadosamente y veamos si la verdad que hemos
aceptado ha llegado a ser un firme principio para nosotros. ¿Lleva-
mos a Cristo con nosotros cuando salimos de la cámara de oración?
¿Está nuestra religión de guardia a la puerta de nuestros labios? ¿Se
siente nuestro corazón atraído con simpatía y amor por los demás
fuera de los de nuestra propia familia? ¿Estamos tratando diligente-
mente de obtener una comprensión más clara de la verdad bíblica
para que podamos dejar resplandecer nuestra luz en los demás?
¿Podemos contestar estas preguntas en nuestras propias almas? Sea
nuestra conversación sazonada con gracia y revele nuestra conducta
elevación cristiana.
Ha comenzado un nuevo año. ¿Qué ganó nuestra vida cristiana
el año pasado? ¿Cuál es nuestro registro en el cielo? Os ruego que
hagáis una entrega sin reserva a Dios. ¿Han estado divididos nuestros
corazones? Démoslos completamente al Señor ahora. Hagamos de
la historia del año próximo, algo diferente de la del año pasado.
Humillemos nuestras almas delante de Dios. “Bienaventurado el
varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la
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