Página 511 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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El aprovechamiento de los talentos
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uno de los hombres distinguidos por el mundo; sin embargo, el
Señor no le reconocería como hombre, sino como uno que abusó
de los talentos que Dios le dio. El escéptico Gibbon y muchos
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otros a quienes Dios dotó de mentes portentosas y a quienes el
mundo llamó grandes, se alistaron bajo la bandera de Satanás y
emplearon los dones de Dios para pervertir la verdad y destruir las
almas humanas. Un gran intelecto, cuando es hecho esclavo del
vicio, es una maldición para su poseedor y para todos los que caen
dentro del círculo de su influencia.
Lo que bendecirá a la humanidad es la vida espiritual. Si el
hombre está en armonía con Dios, dependerá continuamente de él
para tener fuerza. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto”.
Mateo 5:48
. La obra de nuestra
vida consiste en buscar la perfección del carácter cristiano, luchando
continuamente para sujetarnos a la voluntad de Dios. Los esfuerzos
empezados en la tierra, continuarán durante toda la eternidad. La
medida que Dios tiene para el hombre es tan elevada como el más
alto significado del término, y si él obra colocándose a la altura
de la virilidad que Dios le ha dado, favorecerá en esta vida una
felicidad que le conducirá a la gloria y la recompensa eterna en la
vida venidera.
Los miembros de la familia humana tienen derecho al título
de hombres y mujeres únicamente cuando emplean sus talentos,
en toda manera posible, en beneficio de los demás. La vida de
Cristo está delante de nosotros como modelo, y tan sólo cuando
atendemos, como ángeles de misericordia, a las necesidades de los
demás, quedamos íntimamente aliados con Dios. La naturaleza del
cristianismo tiende a hacer feliz a la familia y a la sociedad. Todo
hombre y mujer que posea el verdadero espíritu de Cristo, apartará
de sí la discordia, el egoísmo y la disensión.
Los que participan del amor de Cristo no tienen derecho a pensar
que pueden fijar límite a su influencia y obra, al tratar de beneficiar
a la humanidad. ¿Se cansó Cristo en sus esfuerzos para salvar a los
hombres caídos? Nuestra obra ha de ser continua y perseverante.
Hallaremos una obra que hacer hasta que el Maestro nos invite
a deponer la armadura a su pies. Dios es un gobernante moral,
y debemos aguardar, sumisos a su voluntad, listos y dispuestos a
cumplir nuestro deber donde quiera que haya trabajo por hacer.