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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Satanás tiene mejor éxito al acercarse al hombre. Te daré todo
este dinero, esta ganancia, esta tierra, este poder, estos honores y
riquezas, ¿a cambio de qué? Generalmente sus condiciones son que
se renuncie a la integridad, se embote la conciencia y se satisfaga el
egoísmo. Por medio de la devoción a los intereses mundanales, Sata-
nás recibe todo el homenaje que pide. La puerta queda abierta para
que entre como le plazca, con su sequito malvado de impaciencia,
amor al yo, orgullo, avaricia, extralimitaciones, y todo su catálogo
de espíritus malos. El ser humano queda hechizado y traidoramente
atraído a la ruina. Si nos rendimos a la mundanalidad de corazón y
vida, Satanás queda satisfecho.
El ejemplo de Cristo se halla delante de nosotros. Él venció a
Satanás, y nos mostró cómo nosotros también podemos vencerlo.
Cristo resistió a Satanás con las Escrituras. Podría haber echado
mano de su propio poder divino, y hacer uso de sus propias palabras;
pero dijo: “Escrito está: ‘No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios’”.
Mateo 4:4
. A la
segunda tentación, dijo: “Escrito está también: ‘No tentarás al Señor
tu Dios’”.
Mateo 4:7
. El ejemplo de Cristo está ante nosotros. Si se
estudiara y se obedeciera la Sagrada Escritura, los cristianos serían
fortalecidos para enfrentarse a su astuto enemigo; pero se descuida
la Palabra de Dios y vienen el desastre y la derrota.
Querido hermano, usted ha descuidado escuchar los testimonios
de amonestación que se le dieron hace años mostrándole que el
enemigo estaba en su camino para presentarle los encantos de este
mundo, instándolo a elegir el tesoro terrenal y a sacrificar la recom-
pensa celestial. Hermano E, usted no puede permitirse el lujo de
hacer esto; hay demasiado en juego. “Porque, ¿qué aprovechará al
hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? ¿O qué recom-
pensa dará el hombre por su alma?”
Marcos 8:36, 37
. Usted está
vendiendo su alma a un precio muy barato. No puede permitirse ha-
cer este gran sacrificio. Dios ha confiado talentos a su mayordomía.
Estos son recursos y su influencia. El desea examinarlo y probarlo.
No debería haber perdido tiempo, sino que debería haber comenzado
inmediatamente a aumentar el depósito de su Maestro. Si hubiera
hecho eso, su éxito habría sido igual a su laboriosidad, perseverancia
y celo en emplear el capital colocado en sus manos; sus talentos o
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influencia, reservando los medios que usted pudo haber necesita-