Página 528 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
populares. En algunas ocasiones, puede parecer necesario hablar
de estas cosas, pero en general ello no hace sino crear prejuicios
contra nuestra obra, y cierra los oídos de muchos que de otra manera
podrían haber escuchado la verdad. Si estos maestros estuviesen
íntimamente relacionados con Cristo, tendrían sabiduría divina para
saber cómo acercarse a la gente. No se olvidarían tan pronto de las
tinieblas y del error, la pasión y el prejuicio que los separaban a ellos
mismos de la verdad.
Si estos maestros trabajasen con el espíritu del Maestro, obten-
drían resultados muy diferentes. Con mansedumbre y longanimidad,
gentileza y amor, aunque con fervor decidido, tratarían de condu-
cir a estas almas errantes a un Salvador crucificado y resucitado.
Cuando hagan esto, veremos a Dios obrar en los corazones de los
hombres. Dice el gran apóstol: “Nosotros somos colaboradores de
Dios”.
1 Corintios 3:9
. ¡Qué obra para los pobres mortales! Se nos
suministran las armas espirituales para pelear la “buena batalla de
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la fe” (
1 Timoteo 6:12
); pero algunos parecen haber sacado de la
panoplia del cielo solamente los rayos y los truenos. ¿Hasta cuándo
persistirán estos defectos?
En medio del interés religioso, algunos descuidan la parte más
importante de la obra. Dejan de visitar a aquellos que han mostrado
interés al presentarse noche tras noche para escuchar la explicación
de las Escrituras y no llegan a familiarizarse con ellos. La conver-
sación sobres temas religiosos, y la oración ferviente con los tales
al debido tiempo, podría encaminar a muchas almas en la debida
dirección. Los ministros que descuidan su deber al respecto no son
verdaderos pastores del rebaño. Mientras debieran ser más activos
en conversar y orar con los interesados, algunos se dedicarán a es-
cribir cartas innecesariamente largas a personas lejanas. ¡Oh!, ¿qué
estamos haciendo por el Maestro? Cuando termine el tiempo de
gracia, ¡cuántos verán las oportunidades que descuidaron en cuanto
a prestar servicio para su amado Señor que murió por ellos! Y aun
los que son tenidos como más fieles, verán que podrían haber hecho
mucho más si sus mentes no hubiesen sido distraídas por el ambiente
mundano.
Suplicamos a los heraldos del evangelio de Cristo, que nunca
se desalienten en la obra y nunca consideren ni aun al pecador
más empedernido fuera del alcance de la gracia de Dios. Los tales