Página 544 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
No era el propósito de Dios que la pobreza desapareciera del
mundo. Las clases de la sociedad nunca debían ser igualadas; porque
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la diversidad de condiciones que caracteriza a la humanidad es uno
de los medios por los que Dios ha determinado probar y desarrollar
el carácter. Muchos han urgido con gran entusiasmo que todos los
seres humanos debieran tener una parte igual en las bendiciones
temporales de Dios; pero éste no era el propósito del Creador. Cristo
ha dicho que siempre debemos tener a los pobres con nosotros. Los
pobres, tanto como los ricos, han sido adquiridos con su sangre; y
entre sus seguidores profesos, en la mayor parte de los casos, los
pobres le sirven con determinación, mientras que los ricos están
constantemente depositando sus afectos sobre los tesoros terrenales
y olvidan a Cristo. Las preocupaciones de esta vida y la codicia
por las riquezas eclipsan la gloria de un mundo eterno. Si todos
tuvieran la misma cantidad de posesiones mundanas, eso sería la
peor desgracia que hubiera caído sobre la humanidad.
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