Página 562 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
seguidores deben estudiar su vida con mayor detenimiento y andar
en la luz de su ejemplo, aun a costa de cualquier sacrificio del yo. La
reforma continua, debe estar presente ante la gente; vuestro ejemplo
reforzará vuestras enseñanzas.
Se me presentó el caso de Daniel. Aunque sus pasiones eran
similares a las nuestras, la pluma inspirada nos lo presenta con un
carácter sin mancha. Su vida es un ejemplo vivo de que se puede
llegar a ser un hombre íntegro, aun en esta vida, si se hace de Dios la
fuente de nuestra fuerza y se aprovechan sabiamente las ocasiones
y los privilegios que estén a nuestro alcance. Daniel era un gigante
intelectual; y aun así, constantemente buscaba aumentar su cono-
cimiento y alcanzar logros más elevados. Otros jóvenes tenían las
mismas oportunidades; pero, a diferencia de él, no dedicaron todas
sus energías a buscar la sabiduría, el conocimiento de Dios tal como
se revela en su palabra y en su obra. Aunque Daniel era uno de
los mayores hombres del mundo, no era orgulloso ni autosuficiente.
Sentía la necesidad de alimentar su alma con la oración y cada ma-
ñana suplicaba sinceramente ante Dios. Nada lo habría privado de
este privilegio, ni siquiera la amenaza del foso de los leones impidió
que continuara orando.
Daniel amaba, temía y obedecía a Dios. Y aun así no huyó del
mundo para evitar su influencia corruptora. La providencia de Dios
lo puso en el mundo aunque no era del mundo. Rodeado de todas
las tentaciones y las fascinaciones de la vida cortesana, conservó la
integridad de su alma, con una adherencia a los principios que era
firme como una roca. Hizo de Dios su fuerza y él no lo olvidó en el
momento de mayor necesidad.
Daniel era fiel, noble y generoso. A la vez que ansiaba estar
en paz con todos los hombres no permitía que ninguna potencia
lo desviara del camino del deber. Estaba dispuesto a obedecer a
aquellos que eran sus gobernantes, en la medida que ello no entrara
en contradicción con la verdad y la justicia. No había reyes ni
decretos que lo apartaran de su fidelidad al Rey de reyes. Daniel
sólo tenía dieciocho años cuando fue llevado a una corte pagana
para entrar al servicio del rey de Babilonia. Su juventud hace que su
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noble resistencia al error y su firme adhesión a la justicia sean aún
más admirables. Su noble ejemplo debería dar fuerza a los que, aún
hoy, sufren pruebas y tentaciones.