Página 578 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
científicos la influencia del Espíritu de Dios sobre el corazón. El
menor progreso en esta dirección llevará al alma a los laberintos del
escepticismo. La religión de la Biblia es simplemente el misterio de
la piedad; ninguna mente humana puede comprenderlo plenamente,
y es completamente incomprensible para el corazón no regenerado.
El Hijo de Dios comparó la obra del Espíritu Santo con el viento,
que “sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va”.
Juan 3:8
. Leemos además en el relato sagrado
que el Redentor del mundo se regocijó en espíritu y dijo: “Yo te
alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños”.
Lucas 10:21
.
El Salvador se regocijó de que el plan de salvación fuera de tal
naturaleza que los que son sabios en su propia estima, aquellos que
están, engreídos por las enseñanzas de la vana filosofía, no pueden
ver la belleza, el poder y el misterio oculto del Evangelio. Pero a
todos los humildes de corazón, aquellos que tienen un deseo sincero
e inocente de recibir enseñanzas y conocer y hacer la voluntad de su
Padre celestial, se les revela su Palabra como el poder de Dios para
su salvación. La obra del Espíritu Santo no tiene importancia para
el hombre que no ha sido renovado. El apóstol Pablo dice: “Esto
es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el
entendimiento para que no les resplandezca la luz del evangelio de
la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.
2 Corintios 4:4
.
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El éxito del sanatorio depende de que mantenga la sencillez
de la santidad y que descarte las locuras del mundo en la comida,
la bebida, el vestido y los entretenimientos. Todos sus principios
deben tender a la reforma. Que no se invente nada para satisfacer
las necesidades del alma que pueda usurpar el lugar y el tiempo
exigido por Cristo y su servicio, porque esto destruirá el poder de
la institución como instrumento de Dios para convertir a las pobres
almas afligidas por el pecado, quienes, ignorando la senda de la vida
y la paz, han buscado la felicidad en el orgullo y en la vana necedad.
“Apoyando un propósito fiel” debiera ser la posición de todos
los que se relacionan con el sanatorio. Sin embargo, será necesario
que nadie presente con insistencia nuestra fe a los pacientes, ni se
dedique a discusiones religiosas con ellos. Pero nuestras revistas y
publicaciones, cuidadosamente elegidas, debieran estar a la vista casi