Página 577 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Condición y obra del sanatorio
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arrebatados por las olas de la tentación se imaginan, como Eva, que
se vuelven maravillosamente sabios, que superan su ignorancia y
estrecha conciencia; pero, como ella, descubrirán que se han enga-
ñado lamentablemente. Han estado persiguiendo sombras, trocando
la sabiduría celestial por el frágil juicio humano. Un poco de cono-
cimiento los ha engreído. Un conocimiento más profundo y cabal de
sí mismos y de Dios los volvería cuerdos y sensatos, y los colocaría
de parte de la verdad, de los ángeles y de Dios.
La Palabra de Dios nos juzgará a cada uno de nosotros en el
último gran día. Los jóvenes hablan de la ciencia, y son más sabios
de lo que está escrito; procuran explicar los caminos y las obras de
Dios de acuerdo con su comprensión finita; pero todo eso concluye
en un miserable fracaso. La verdadera ciencia y la inspiración están
en perfecta armonía. La falsa ciencia es algo independiente de Dios.
Es ignorancia presuntuosa. Este poder engañador ha cautivado y
esclavizado las mentes de muchos que han preferido las tinieblas a
la luz. Se han puesto del lado de la incredulidad, como si dudar fuese
una virtud e indicio de una mente abierta, cuando en realidad revela
un intelecto demasiado débil y estrecho para percibir a Dios en sus
obras creadas. No podrían sondear el misterio de su Providencia
aunque lo estudiasen con toda su fuerza durante toda la vida. Y
debido a que las obras de Dios no pueden ser explicadas por las
mentes finitas, Satanás los somete a sus sofismas y los enreda en las
redes de la incredulidad. Si éstos que dudan quieren relacionarse
estrechamente con Dios, él les aclarará sus propósitos.
Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. La mente
carnal no puede comprender estos misterios. Si aquellos que dudan
continúan siguiendo al gran engañador, las impresiones y conviccio-
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nes del Espíritu de Dios irán disminuyendo y se harán más frecuentes
las incitaciones de Satanás, hasta que la mente se someta plenamente
a su dominio. Entonces el poder de Dios será aquello que estas men-
tes aturdidas consideran como insensatez, y lo que Dios considera
como insensatez será para ellos la fuerza de la sabiduría.
Uno de los grandes males que han acompañado a la búsqueda
de conocimiento y las investigaciones de la ciencia, es que los que
se dedican a tales cosas pierden de vista con demasiada frecuen-
cia el carácter divino de la religión pura y sin adulteración. Los
sabios según el mundo han intentado explicar mediante principios