Página 58 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
fiel y perseverante en sus servicios? Hermano E, si usted sigue la
conducta que ha proseguido por años, su caso estará correctamente
representado por el siervo que envolvió su talento en un pañuelo
y lo enterró, esto es, lo escondió en el mundo. Aquellos a quienes
se les confiaron talentos, recibieron recompensa por el trabajo que
hicieron en proporción exacta a la fidelidad, la perseverancia y el
esfuerzo insistente hecho al negociar con los bienes de su Señor.
Dios lo considera su deudor, y también deudor ante sus prójimos
que no tienen la luz y la verdad. Dios le ha dado luz no para que la
esconda bajo un cajón, sino para que la coloque en un candelero, de
modo que se beneficien todos los de la casa. Es necesario que su
luz brille ante otros, para iluminar las almas por las cuales Cristo
murió. La gracia de Dios reinará en su corazón, y colocará su mente
y pensamientos en sujeción a Jesús y sería un hombre poderoso del
lado de Cristo y de la verdad.
Dijo Pablo: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios
soy deudor”.
Romanos 1:14
. Dios le había revelado a Pablo su
verdad, y al hacerlo, lo hizo deudor para los que estaban en tinieblas,
con el fin de alumbrarlos. Usted no ha tenido el concepto debido
de su responsabilidad delante de Dios. Usted está manejando los
talentos de su Señor. Tiene poderes mentales, que si los emplea en
la dirección correcta, harían de usted un colaborador de Cristo y de
sus ángeles. Si su mente se volviera en dirección de hacer el bien,
de colocar la verdad delante de otros; ahora estaría calificado para
convertirse en un obrero de éxito para Dios, y como recompensa
vería muchas almas salvadas, que serían como estrellas en la corona
de su gozo.
¿Cómo se puede comparar el valor de sus casas y tierras con el
de las preciosas almas por las cuales Cristo murió? Por su influencia,
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esas almas pueden ser salvas con usted en el reino de gloria; pero
allá no puede llevar consigo ni siquiera la porción más pequeña de
su tesoro terrenal. Adquiera lo que usted desee; presérvelo con todo
el celoso cuidado que sea capaz de ejercer, pero el mandato puede
salir del Señor, y en pocas horas un fuego que ninguna destreza logra
apagar, puede destruir lo que haya acumulado en toda su vida, y
transformarlo en una masa de ruinas humeantes. Éste fue el caso
de Chicago. La Palabra de Dios había salido para dejar en ruinas
esa ciudad. Ésta no es la única ciudad que tendrá que distinguir las