Página 590 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
amor de Cristo. Será sabio para hacer el mal. Se ha unido a Satanás
contra la luz y el conocimiento. Os digo, hermanos: “Vuestra única
esperanza está en Dios. Debemos revestirnos de la justicia de Cristo
si queremos resistir la impiedad reinante”. Debemos mostrar nuestra
fe con nuestras obras. Dispongamos para nosotros un buen cimiento
contra los tiempos que vendrán para poder conservar la vida eterna.
Debemos trabajar, no según nuestras fuerzas, sino con la fuerza de
nuestro Señor resucitado. ¿Qué no haremos por Cristo?
Las casas publicadoras son propiedad de todo nuestro pueblo.
Todos deberían trabajar con el objetivo de librarlas de problemas.
Para que nuestras publicaciones circulen, se han ofrecido a un precio
tan bajo que generaban un beneficio tan exiguo que hacía difícil
la reimpresión de esas mismas obras. Se hizo con el mejor de los
motivos, pero no fue un juicio previsivo ni experimentado.
Con las publicaciones vendiéndose a tan bajo precio, las casas
editoras se descapitalizaron. No nos dimos cuenta ni se investigó
cuidadosamente. Los precios bajos indujeron a las personas a sub-
valorar las obras. No se pensó que una vez que se establecía un
precio bajo para esas publicaciones sería muy difícil aumentarlo
hasta llegar a su valor justo.
Nuestros ministros no recibieron un estímulo adecuado. Deben
disponer de recursos para vivir. Tristemente, ha faltado previsión al
establecer unos precios tan bajos para las publicaciones, así como al
desviar ampliamente los beneficios hacia las sociedades de extensión
misionera. Se ha llegado a un extremo en que es precisa una reacción.
Para que las sociedades de extensión misionera prosperen es preciso
que también prosperen los instrumentos para editar e imprimir libros.
Paralizar tales instituciones, cargar con deudas las casas publicadoras
traerá como consecuencia que las sociedades de extensión misionera
fracasen.
Ha habido una mala gestión, no buscada, sino causada por el
celo y el ardor de proseguir la obra misionera. La distribución y
amplia circulación de periódicos, folletos y opúsculos ha paralizado
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y causado problemas a las instituciones encargadas de producir tales
publicaciones. Siempre hay peligro de caer en el extremismo en una
buena obra. Los hombres responsables corren el peligro de conver-
tirse en hombres de una sola idea, de concentrar sus pensamientos en
una única rama de la obra y descuidar otras partes del gran campo.