Página 607 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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El amor del mundo
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a la vez que no sienten su influencia santificadora sobre el corazón y
no avanzan en la vida divina.
Hermanos, mientras como pueblo profesáis tener mucha más
luz que otras denominaciones, vuestras obras no corresponden con
vuestra profesión. Muchos que han estado en las tinieblas del error
aceptan de buen grado la verdad cuando se les abre el entendimiento.
Aunque hayan pasado toda su vida en el pecado, cuando se acercan
a Dios en penitencia y sintiendo su pecaminosidad él los acepta.
Esas personas se encuentran en una situación más favorable para la
perfección del carácter cristiano que los que han tenido mucha luz
y no la han aprovechado. Lo que deja a los hombres y las mujeres
en las tinieblas es su descuido en el aprovechamiento de la luz y
las ocasiones que se les otorgan. Cristo odia las pretensiones vanas.
Cuando estuvo en la tierra siempre trató con ternura al penitente,
aun a pesar de que hubiera sido el mayor de los pecadores; pero sus
acusaciones cayeron duras sobre toda hipocresía.
Cada hombre ha recibido de Dios una tarea por cumplir y nadie
puede llevarla a cabo en su lugar. ¡Ojalá que cada uno de vosotros
pudiese aplicarse el colirio para poder ver sus defectos de carácter
y darse cuenta de cómo ve Dios su amor por el mundo, que está
echando fuera el amor de Dios! nada os dará tanto poder, tanta
seguridad en vosotros y nobleza de alma, como el sentido de la
dignidad de vuestra tarea, la promesa de ser colaboradores con Dios
haciendo el bien y salvando almas.
El Hijo de Dios vino al mundo para dejarnos un ejemplo de vida
perfecta. Se sacrificó a sí mismo por el gozo que tenía ante sí, el
gozo de ver las almas rescatadas de las garras de Satanás y salvadas
para el reino de Dios. La orden de Jesús era: “Sígueme”
Mateo 8:22;
9:9; 19:21
;
Marcos 2:14
;
Lucas 5:27; 9:59
;
Juan 1:43; 21:19, 22
.
Los que siguen su ejemplo compartirán la obra divina de hacer el
bien y finalmente entrarán en el gozo de su Señor.
En nuestros días hay más de uno que anda en humildad a quien
Dios podría designar como designó a Abraham: “Amigo de Dios”.
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Santiago 2:23
. Tales personas aprueban lo que Dios aprueba y con-
denan lo que él condena. En su presencia aun el pecador percibe un
sentido de la reverencia, un freno. Dios está con ellos y son epístolas
vivientes que todos los hombres conocen y leen. En su conducta