Página 636 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

632
Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
mesa con una gran variedad de alimentos innecesarios y costosos
descuida la nutrición de los hambrientos. ¿Cómo es el registro de su
vida, cristiano profeso? Le encomiendo que no ponga en indulgen-
cias insensatas y perjudiciales lo que Dios exige para su tesorería
y la porción que debería ser dada a los menesterosos. No nos vis-
tamos con ropas costosas, sino como las mujeres que profesan la
piedad, cubrámonos con buenas obras. Que el clamor de la viuda
y el huérfano no suba al cielo y hable contra nosotras. No manche-
[639]
mos nuestro vestido con la sangre de las almas. No despilfarremos
este precioso tiempo de gracia en el orgullo del corazón. ¿Acaso
no hay pobres por visitar, o algún ciego a quien leer la palabra de
Dios o personas desalentadas y deprimidas que necesiten palabras
de consuelo y oraciones?
A medida que Dios os hacía prosperar, ¿no ha aumentado la
indulgencia del orgullo, y la vanidad? Mientras dedicáis un tiempo
precioso al estudio del vestido, descuidáis el adorno interior; no cre-
céis en la gracia. En lugar de ser más celestial, vuestra mente es cada
vez más terrenal. Las pasiones insensatas y dañinas y los apetitos
mezquinos nublan vuestro sentido de las cosas sagradas. ¿Por qué
todos los que profesan amar a Cristo no huyen de esta indulgencia
destructora de las almas? El mundo anda enloquecido siguiendo la
espectacularidad, la moda y el placer. La lujuria aumenta de manera
permanente y terrible. ¿Por qué los cristianos no son fieles a su
profesión?
Cristo queda avergonzado por los que profesan seguirle. ¿En
qué se le parecen? ¿En qué se parece nuestra indumentaria con los
requerimientos bíblicos? No quiero que los pecados de la gente
pesen sobre mí, y daré a la trompeta un sonido certero. Durante
años he dado un testimonio claro y decidido sobre este asunto por la
página impresa y desde la tribuna. No he rehuido declarar todo el
consejo de Dios. Debo estar libre de la sangre de todos. El hecho de
que la mundanalidad y el orgullo dominan en forma casi universal,
no proporciona a ningún cristiano excusa para ser como los demás.
Dios ha dicho: “No seguirás a los muchos para hacer mal”.
Éxodo
23:2
.
No juguéis más, hermanas, con vuestras propias almas y con
Dios. Se me ha mostrado que la causa principal de vuestra aposta-
sía es vuestro amor por el vestido. Os induce a descuidar grandes