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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
una posición neutral, y al mismo tiempo se lisonjean de que no les
falta nada. El Testigo Fiel aborrece esa tibieza. Abomina la indife-
rencia de esa clase de personas. Dice: “¡Ojalá fueses frío, o caliente!”
Apocalipsis 3:15
. Como el agua tibia, le causan náuseas. No son
ni despreocupados ni egoístamente tercos. No se empeñan cabal y
cordialmente en la obra de Dios, identificándose con sus intereses;
sino que se mantienen apartados y están listos para abandonar su
puesto cuando lo exigen sus intereses personales y mundanos. Falta
en su corazón la obra interna de la gracia. De los tales se dice: “Tú
dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre,
ciego y desnudo”.
vers. 17
.
La fe y el amor son el oro puro, o las verdaderas riquezas que
el Testigo Fiel les aconseja a los tibios que compren. Por ricos que
seamos en los tesoros terrenales, toda nuestra riqueza no nos habilita
para comprar los preciosos remedios que curan esa enfermedad del
alma que se llama tibieza. El intelecto y las riquezas terrenales eran
impotentes para suprimir los defectos de la iglesia de Laodicea o
para remediar su deplorable condición. Sus miembros eran ciegos,
y sin embargo creían que nada les faltaba. El Espíritu de Dios no
iluminaba sus mentes, y ellos no percibían su estado pecaminoso;
por lo tanto, no sentían necesidad de ayuda.
El no poseer las gracias del Espíritu es triste en verdad; pero
es una condición aun más terrible hallarnos así, destituidos de la
espiritualidad y de Cristo y, sin embargo, tratar de justificarnos di-
ciendo a aquellos que se alarman por nosotros que no necesitamos
sus temores y compasión. ¡Terrible es el poder del engaño en la
mente humana! ¡Qué ceguera la que pone la luz en lugar de las tinie-
blas y las tinieblas en lugar de la luz! El Testigo Fiel nos aconseja
que compremos de él oro afinado en el fuego, vestiduras blancas y
colirio.
El oro probado en el fuego que se recomienda aquí, es la fe
y el amor. Enriquece el corazón, porque ha sido refinado hasta su
máxima pureza, y cuanto más se prueba, tanto más resplandece.
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La vestidura blanca es la pureza de carácter, la justicia de Cristo
impartida al pecador. Es a la verdad una vestidura de tejido celestial,
que puede comprarse únicamente de Cristo, para una vida de obe-
diencia voluntaria. El colirio es aquella sabiduría y gracia que nos