Página 93 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

La prueba
89
por la perversa voluntad del hombre y su genio insumiso! ¡Cuánto
sufrimiento trae él sobre sí al seguir sus propias y temerarias pa-
siones! Dios arroja vez tras vez a los hombres al suelo, y aumenta
la presión hasta que la perfecta humildad y una transformación de
carácter los pongan en armonía con Cristo y el espíritu del cielo y
sean vencedores de sí mismos.
Dios ha llamado a hombres de diferentes estados y los ha ido
probando para ver qué carácter desarrollarían, para ver si se les podía
confiar la guardia del fuerte en _____ y para ver si suplirían o no
las deficiencias de los hombres que ya estaban allí, y si, al ver los
fracasos de ellos, rehuirían el ejemplo de los que no son aptos para
dedicarse a la sacratísima obra de Dios. Él ha seguido a los hombres
de _____ con continuas amonestaciones, reproches y consejos. Ha
derramado gran luz sobre los que ofician en su causa allí, para que
el camino les fuese claro. Pero si ellos prefieren seguir su propia
sabiduría, despreciando la luz, como la despreció Saúl, se extraviarán
seguramente y causarán mucha perplejidad a la causa. Delante de
ellos han sido puestas la luz y las tinieblas, pero con demasiada
frecuencia han elegido las tinieblas.
El mensaje de Laodicea se aplica a los hijos de Dios que profesan
creer en la verdad presente. La mayoría de ellos son tibios y sólo
profesan la verdad. Tienen el nombre de cristianos, pero nada de
celo. Dios indicó que quería, en el corazón de la obra, hombres que
corrigiesen el estado de cosas que existía allí y permaneciesen como
fieles centinelas en su puesto del deber. Les ha dado luz con respecto
a todo punto, para instruirlos, estimularlos y confirmarlos, según lo
requería el caso. Pero a pesar de todo esto, los que debieran ser fieles
y veraces, fervientes en el celo cristiano y de espíritu misericordioso,
los que debieran conocer y amar fervientemente a Jesús, ayudan
al enemigo a debilitar y desalentar a aquellos a quienes Dios está
empleando para fortalecer la obra. El término “tibio” se aplica a
esta clase de personas. Profesan amar la verdad, pero son deficientes
en la devoción y el fervor cristiano. No se atreven a abandonar del
todo la verdad y correr el riesgo de los incrédulos; pero no están
dispuestos a morir al yo y seguir de cerca los principios de su fe.
[91]
La única esperanza de los laodicenses consiste en tener una vi-
sión más clara de su situación delante de Dios, un conocimiento de
la naturaleza de su enfermedad. No son ni fríos ni calientes; ocupan