Página 100 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Satanás estudia cuidadosamente los pecados constitucionales de
los hombres, y luego inicia su obra de seducirlos y entramparlos.
Estamos en lo más recio de las tentaciones, pero podemos vencer si
peleamos virilmente las batallas del Señor. Todos están en peligro.
Pero si andamos humildemente y con oración, saldremos del proceso
de las pruebas más preciosos que el oro fino, y que el oro de Ofir. Si
somos descuidados y no oramos, seremos como bronce que resuena
y címbalo que retiñe.
Algunos casi se han perdido en los laberintos del escepticismo.
A los tales quiero decir: Alzad vuestra mente y sacadla de aquel
cauce. Aferradla a Dios. Cuanto más íntimamente la fe y la santidad
os liguen al Eterno, tanto más clara y resplandeciente os aparecerá
la justicia de su trato. Haced de la vida, la vida eterna, el objeto de
vuestra búsqueda.
Conozco vuestro peligro. Si perdéis la confianza en los testi-
monios, os apartaréis de la verdad bíblica. He temido que muchos
tomarían una posición de duda, y en mi angustia por vuestras almas,
quiero amonestaros. ¿Cuántos escucharán la amonestación? En la
forma en que ahora consideráis los testimonios, si alguno de ellos
contrariase vuestro camino y corrigiese vuestros errores, ¿os sen-
tiríais con perfecta libertad para aceptar o rechazar cualquier parte
o el conjunto? Aquello que os sentís menos inclinados a recibir,
es la parte que más necesitáis. Dios y Satanás no obran nunca en
sociedad. Los testimonios llevan el sello de Dios o el de Satanás. Un
buen árbol no puede producir frutos corrompidos, ni puede un árbol
maleado llevar buenos frutos. Por sus frutos los conoceréis. Dios ha
hablado. ¿Quién ha temblado a su palabra?
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