Página 99 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Se condenan las críticas y los celos
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santos y honestos serán mirados con placer. Los ángeles se ocupan en
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confeccionar coronas para los tales, y sobre esas coronas adornadas
de estrellas, se reflejará con esplendor la luz que irradia del trono de
Dios.
Nuestros hermanos del ministerio son demasiado a menudo
recargados por el relato de pruebas y juicios en la iglesia, y ellos se
refieren con demasiada frecuencia a dichas cosas en sus discursos.
No deben animar a los miembros de la iglesia a quejarse unos de
otros, sino a erigirse en espías de sus propios actos. Nadie debe
permitir que sus prejuicios y resentimientos se despierten por el
relato de los yerros ajenos; todos deben esperar pacientemente hasta
oír ambos lados de la cuestión, y luego creer únicamente lo que
se vean obligados a aceptar por los hechos escuetos. En todas las
ocasiones, la conducta más segura consiste en no escuchar un mal
informe hasta que se haya seguido estrictamente la regla bíblica.
Esto se aplica a algunos que han trabajado arteramente para sonsacar
de los incautos cosas que no les importaban, y cuyo conocimiento
no les reportaba beneficio.
Por vuestra propia alma, hermanos míos, sed sinceros para gloria
de Dios. Tanto como sea posible, excluid al yo de vuestros pen-
samientos. Nos estamos acercando al fin del tiempo. Examinad
vuestros motivos a la luz de la eternidad. Yo sé que necesitáis alar-
maros; os estáis apartando de los antiguos hitos. Vuestra así llamada
ciencia está minando el fundamento de los principios cristianos.
Me ha sido mostrado el camino que con seguridad seguiríais si os
apartaseis de Dios. No confiéis en vuestra propia sabiduría. Os digo
que vuestra alma está en inminente peligro. Por causa de Cristo,
escudriñad y ved por qué tenéis tan poco amor por los ejercicios
religiosos.
El Señor está probando a su pueblo. Podéis ser tan severos y
críticos con vuestro propio carácter deficiente como queráis, pero
sed bondadosos, compasivos y corteses hacia los demás. Averiguad
cada día: ¿Estoy yo sano en mi corazón, o es éste falso? Rogad a
Dios que os salve de todo engaño al respecto. Esto entraña intereses
eternos. A diferencia de tantos que anhelan honores, y codician
ganancias, buscad, amados hermanos míos, la seguridad del amor
de Dios y clamad: ¿Quién me mostrará cómo asegurar mi vocación
y elección?
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