Página 117 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Amonestaciones y reprensiones
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lucieron la armadura evangélica con dignidad y gracia. Mientras el
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corazón y la mente estaban sujetos a la voluntad divina, había pros-
peridad; pero cuando la vista se desvió de Jesús y fue atraída hacia
fines frívolos, entonces el yo se afianzó, la razón carnal se sobrepuso
al sano juicio e integridad, y se consideró que la armadura cristiana
era demasiado pesada para ser llevada por personas tan jóvenes en
edad. Era adecuada para soldados del Evangelio experimentados,
pero demasiado pesada para los jóvenes. El tentador ofreció muchas
sugestiones con el propósito de producir inconstancia y vacilación
en el curso de la vida cristiana.
El mandato del Capitán de su salvación era: “Estad atentos,
velad y orad” (
Marcos 13:33
) “para que no caigáis en tentación”
(
Marcos 14:38
); pero se pensó que era demasiado inconveniente
defender fielmente el alma, y el engañoso poder de Satanás y del
corazón los apartó de Cristo. Si estos jóvenes y señoritas hubiesen
considerado las palabras del apóstol, “no sois vuestros... Porque
habéis sido comprados por precio...” (
1 Corintios 6:19, 20
), no se
hubieran sentido libres para negarle a Dios lo que él compró a un
precio infinito.
No hay ni siquiera un joven de cada cien que sienta la respon-
sabilidad que Dios le ha dado. Cada aptitud física y mental debe
ser cuidadosamente preservada y puesta en el uso mejor y mayor
para el adelanto de la gloria de Dios. Aquellos jóvenes que permiten
que sus facultades se perviertan y que abusan así de los dones de
Dios, tendrán que rendir una cuenta estricta por el bien que hubieran
podido hacer aprovechando la provisión hecha mediante Jesús. Dios
espera que cada facultad sea bien usada.
Hay jóvenes en la iglesia de _____ que deben estar cultivando
la gracia de la perseverancia cristiana, llegando a ser hombres de
fe. Deben convertirse en personas firmes, constantes, arraigadas y
cimentadas en la verdad. La iglesia necesita esa misma ayuda que
según el propósito de Dios ellos deben brindarle. Quienes profesan
el nombre de Dios no han consagrado sus talentos completamente
a él, pero los han cedido, en cierta medida, al servicio de Satanás.
Estas personas han estado y siguen aún robándole a Dios. Como
el mayordomo infiel a quien se le encomendaron los talentos, han
ocultado los dones de Dios en el mundo.
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