Página 13 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La época del tomo quinto
I X
de
Los hechos de los apóstoles
, fue publicado en 1883. En 1884,
la Sra. de White completó su
Spirit of Prophecy Volume Four -The
Great Controversy
[Espíritu de profecía, tomo 4 - El conflicto de los
siglos], y fue publicado en seguida. Pronto halló entrada a millares
de hogares a través del colportaje, y en tres cortos años habían salido
de las prensas diez impresiones. En 1888 se publicó, ampliado,
El
[4]
conflicto de los siglos
, el libro que tan bien conocemos hoy, que
tomó el lugar de la obra anterior, más breve.
En la sede de la denominación, ubicada en Battle Creek, se expe-
rimentaba constante crecimiento. Nuevos equipos se agregaban a la
casa publicadora. El sanatorio y el colegio prosperaban notablemen-
te y seguían creciendo. Este desarrollo hizo que a la ciudad afluyeran
los adventistas en gran número. En la primera parte de este tomo se
señala el peligro inherente en la concentración excesiva de tantos
adventistas en un centro común, con la inevitable tendencia a sentir
menos responsabilidad individual y rebajar las normas. Estas ten-
dencias institucionales también implicaban el peligro de que la obra
se convirtiera en algo mecánico y perdiera su sencillez original. Esta
clase de peligro surgió especialmente en la casa publicadora. Los
testimonios de este tomo hacen énfasis en la economía, la industria
y la necesidad de estar alerta, y proveen instrucción guiadora para
que los gerentes y capataces puedan cumplir sus responsabilidades.
En esa misma época en que en la sede de la organización se
afrontaban problemas en las fases ya establecidas de la obra, en
los estados costeros del noroeste se desarrollaban nuevos campos,
y muchos aceptaban el mensaje. Al abrirse esas regiones fronteri-
zas surgieron muchos problemas nuevos. La misma Sra. de White
hizo dos visitas a dicha región, y en conexión con el último viaje
escribió muchos consejos a los obreros que trabajaban allí, acerca
de temas prácticos de vital importancia para el beneficio de la obra y
de los pastores que trabajaban con los hombres y mujeres enérgicos
e independientes que habían colonizado esas vastas regiones y ha-
bían establecido en ellas sus hogares. Eran individualistas atrevidos,
capaces y autosuficientes; muchos de ellos gente de convicciones
profundas, que aceptaban el llamado del mensaje adventista. Esos
vigorosos pioneros necesitaban la poderosa y modeladora influencia
del Espíritu de Dios para desarrollar caracteres cristianos. Necesi-