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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
obtener la alabanza de los hombres; y Cristo les dijo que ésa era
toda la recompensa que recibirían. Emprendamos la tarea que nos ha
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sido señalada, y hagámosla por Cristo. Si sufrimos privaciones, sea
para él. Nuestro divino Señor fue perfeccionado por el sufrimiento.
¡Oh!, ¿cuándo veremos a los hombres trabajar como él trabajaba?
La Palabra de Dios es nuestra norma. Cada acto de amor, cada
palabra de bondad, cada oración en favor de los que sufren y de los
oprimidos, llega al trono eterno, y se anota en el libro imperecedero
del cielo. La Palabra divina derrama luz en el entendimiento más
oscurecido, y esa luz induce a los más cultos a sentir su deficiencia
y carácter pecaminoso.
El enemigo está comprando almas hoy por muy poco precio. “De
balde fuisteis vendidos” (
Isaías 52:3
), es el lenguaje de las Escrituras.
El uno vende su alma por el aplauso del mundo; el otro por dinero.
El uno para satisfacer las bajas pasiones; el otro por las diversiones
mundanas. Se hacen tales transacciones diariamente. Satanás está
tratando de recuperar a los que fueron comprados por la sangre de
Cristo y los consigue muy barato, a pesar del precio infinito que fue
pagado para rescatarlos.
Tenemos grandes bendiciones y privilegios. Podemos obtener
los más valiosos tesoros celestiales. Recuerden los ministros y el
pueblo que la verdad del Evangelio condena si no salva. El alma que
se niegue a escuchar las invitaciones de la misericordia día tras día,
podrá pronto escuchar las súplicas más urgentes sin que una sola
emoción agite su alma.
Como obreros de Dios, necesitamos más ferviente piedad, y
menos ensalzamiento propio. Cuanto más se ensalce el yo, tanto
más disminuirá la fe en los testimonios del Espíritu de Dios. Los
que están más íntimamente relacionados con Dios son aquellos que
conocen su voz cuando les habla. Los que son espirituales disciernen
las cosas espirituales. Los tales se sentirán agradecidos porque Dios
les señaló sus errores, mientras que los que confían completamente
en sí mismos verán menos y menos de Dios en los testimonios de su
Espíritu.
Nuestra obra debe ir acompañada de profunda humillación,
ayuno y oración. No debemos esperar que todo sea paz y gozo.
Habrá tristeza; pero si sembramos con lágrimas cosecharemos con
alegría. A veces podrán la oscuridad y el abatimiento penetrar en el