Página 188 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Algunos que profesan ser portavoces de Dios niegan su fe por
medio de su vida diaria. Les presentan a la gente verdades impor-
tantes; pero, ¿a quiénes les impresionan estas verdades? ¿Quiénes
se convencen del pecado? Los que oyen, saben que los que hoy
predican, mañana serán los primeros en unirse al placer, la hilaridad
y la frivolidad. Su influencia fuera del púlpito apacigua la conciencia
de los impenitentes y hace que el ministerio sea despreciado. Ellos
mismos están dormidos en los umbrales del mundo eterno. La sangre
de las almas mancha sus ropas.
¿En qué han de ocuparse los fieles siervos de Cristo? “Orando en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (
Efesios 6:18
),
orando en la cámara secreta, con la familia, en la congregación, en
todo lugar; “y velando en ello con toda perseverancia”. Ellos sienten
que las almas están en peligro y con una fe dedicada y humilde oran
por el cumplimiento de las promesas de Dios en su favor. El rescate
pagado por Cristo, su expiación sobre la cruz, está siempre delante
de ellos. Anhelarán tener almas como sello de su ministerio.
El reproche del Señor recae sobre su pueblo por causa de su
altivez e incredulidad. No les devolverá el gozo de su salvación
mientras que se aparten de las instrucciones de su palabra y de su
Espíritu. Otorgará su gracia a los que le temen y andan conforme
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a la verdad, y retraerá su bendición de todos los que se asimilan al
mundo. A los humildes y arrepentidos se les promete misericordia y
verdad, y se pronuncian castigos sobre los rebeldes.
La iglesia de Battle Creek pudo haberse mantenido libre de
idolatría, y su fidelidad hubiera sido un ejemplo para otras iglesias;
pero está más dispuesta a apartarse de los mandamientos de Dios que
a renunciar a su amistad con el mundo. Está unida a los ídolos que
ha escogido; y, debido a que disfruta de prosperidad temporal y del
favor del mundo impío, se cree rica para con Dios. Esto resultará ser
un engaño fatal para muchos. Su carácter divino y fuerza espiritual
se han apartado de ella.
A esta iglesia le aconsejo que atienda la amonestación del Sal-
vador: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y
haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu
candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”
Apocalipsis 2:5
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