Página 190 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
generalmente creído que muchos, desde distancias considerables,
recurrían a dicho ídolo. Las predicciones allí hechas y la información
dada, procedían directamente del príncipe de las tinieblas. Satanás
es quien creó y quien sostiene el culto de los ídolos, para apartar
de Dios la mente de los hombres. Es por su intervención como se
sostiene el reino de las tinieblas y mentiras.
La historia del pecado y castigo de Ocozías encierra una lección
y advertencia que nadie puede despreciar con impunidad. Aunque
no tributen homenaje a los dioses paganos, millares están adorando
ante el altar de Satanás tan ciertamente como lo hacía el rey de Israel.
El mismo espíritu de idolatría pagana abunda hoy, aunque, bajo la
influencia de la ciencia y la educación, ha asumido una forma más
refinada y atrayente. Cada día añade tristes evidencias de que la fe en
la segura palabra de la profecía está disminuyendo rápidamente, y de
que en su lugar la superstición y hechicería satánicas están cautivan-
do las mentes humanas. Todos los que no escudriñan fervientemente
las Escrituras, ni someten todo deseo y propósito de la vida a esa
prueba infalible, todos los que no buscan a Dios en oración para
obtener el conocimiento de su voluntad, se extraviarán seguramente
de la buena senda, y caerán bajo la seducción de Satanás.
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Los oráculos paganos tienen su contraparte en los médiums
espiritistas, clarividentes y agoreros de hoy. Las voces místicas que
hablaban en Ecrón y Endor están todavía extraviando a los hijos de
los hombres por sus palabras mentirosas. El príncipe de las tinieblas
ha aparecido con nuevo disfraz. Los misterios del culto pagano
han sido reemplazados por las asociaciones y sesiones secretas,
las oscuridades y prodigios de los magos de nuestro tiempo. Estas
revelaciones son recibidas ávidamente por millares que se niegan
a aceptar la luz de la Palabra de Dios o de su Espíritu. Mientras
hablan con desprecio de los magos antiguos, el gran engañador se
ríe triunfalmente, pues ceden a sus artes bajo una forma diferente.
Sus agentes continúan pretendiendo curar la enfermedad. Atri-
buyen su poder a la electricidad, el magnetismo, o los así llamados
“remedios simpáticos”. A la verdad no son sino conductos para las
corrientes eléctricas de Satanás. Por este medio, él echa su ensalmo
sobre los cuerpos y las almas de los hombres.
De vez en cuando he recibido cartas, tanto de nuestros minis-
tros como de los miembros laicos de la iglesia, para averiguar si