Página 200 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Se piden obreros
Un espíritu de mundanalidad y egoísmo ha impedido que la
iglesia reciba muchas bendiciones. No tenemos derecho a suponer
que la razón de que la utilidad de la iglesia sea limitada se deba a
alguna restricción arbitraria de la luz y el poder divinos. El éxito
que se experimentó en el pasado cuando se realizaron esfuerzos
bien dirigidos contradice tal idea. En todo momento el éxito ha
sido proporcional a la labor realizada. Lo único que ha restringido
la utilidad de la iglesia es el trabajo y los sacrificios limitados. El
espíritu misionero es desganado; la dedicación es débil; entre los
miembros existen el egoísmo, la avaricia, la codicia y el fraude.
¿Acaso no se preocupa Dios por estas cosas? ¿No es capaz de
leer las intenciones y los propósitos de los corazones? La oración
dedicada, ferviente y contrita les abriría las puertas y derramaría
lluvias de gracia. Una opinión clara y estable de la cruz de Cristo
contrarrestaría su mundanalidad y llenaría sus almas de humildad,
arrepentimiento y gratitud. Entonces sentirían que no se pertenecen
a sí mismos, sino que han sido comprados por la sangre de Cristo.
La iglesia padece de una mortífera enfermedad espiritual. Sus
miembros han sido heridos por Satanás; pero no levantan la vista
hacia la cruz de Cristo, como miraron los israelitas la serpiente de
metal, para salvarse. El mundo reclama tantas cosas de ellos, que
no tienen tiempo de mirar la cruz del Calvario con la insistencia
necesaria para ver su gloria y sentir su poder. Al vislumbrar oca-
sionalmente la abnegación y dedicación que la verdad demanda de
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ellos, se muestran reacios, y distraen su atención en otras cosas, para
más prontamente olvidarse del asunto. El Señor no puede hacer que
su pueblo sea útil y eficiente mientras éste no se preocupa de cumplir
los requisitos que él ha establecido.
De todas partes surge el clamor de quienes anhelan recibir la luz
que Dios ha impartido a su pueblo; pero a menudo estos pedidos
se hacen en vano. ¿Quién siente la carga de consagrarse a Dios y a
su obra? ¿Dónde están los hombres jóvenes que se capacitan para
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