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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
¡Ojalá que tengamos fe viva y activa! La necesitaremos; debemos
tenerla, o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba. Las
tinieblas que descansarán entonces sobre nuestra senda, no deben
desalentarnos ni desesperarnos. Son el velo con que Dios cubre
su gloria cuando viene a impartir ricas bendiciones. Por nuestra
experiencia pasada, debemos saber esto. En aquel día en que Dios
tenga controversia con su pueblo, esta experiencia será una fuente
de consuelo y esperanza.
Ahora es cuando debemos guardarnos a nosotros mismos y a
nuestros hijos sin contaminación del mundo. Ahora debemos lavar
las ropas de nuestro carácter y emblanquecerlas en la sangre del Cor-
dero. Debemos despertar ahora, y vencer el orgullo, la pasión y la
ociosidad espiritual. Ahora debemos despertarnos y hacer un esfuer-
zo resuelto para lograr simetría de carácter. “Si oyereis hoy su voz,
no endurezcáis vuestros corazones”.
Hebreos 3:7, 8, 15
. Estamos en
una situación muy penosa, aguardando y velando por la aparición de
nuestro Señor. El mundo está en tinieblas. “Mas vosotros, hermanos,
-dice Pablo- no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja
como ladrón”.
1 Tesalonicenses 5:4
. El propósito de Dios consiste
siempre en sacar luz de las tinieblas, gozo del pesar, y descanso del
cansancio para el alma que aguarda anhelante.
¿Qué estáis haciendo, hermanos, en la gran obra de preparación?
Los que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para
recibir la marca de la bestia. Los que desconfían de sí mismos, se
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humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la
verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para
tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto
y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha
para la eternidad.
Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será nun-
ca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros.
Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y
amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres
y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el
sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para
el cielo. Avanzad, mis hermanos y hermanas. Puedo escribir sólo
brevemente acerca de estos puntos en este momento y llamar sim-
plemente vuestra atención a la necesidad de prepararse. Escudriñad